Monthly Archives: November 2019

29.11.19 — Diario

Una visita ajetreada

Antes de empezar: ¡hola se nuevo! Si has entrado en mi web durante los últimos días, puede que hayas visto un mensaje de error, pero ya creo que está todo solucionado. Ahora estoy de vuelta, y os voy a contar un poco sobre la locura del finde pasado…

Como surgiere el título, el finde pasado visité Inglaterra, una visita durante la cual hice todo lo posible durante unas meras 36 horas. Después de salir de la oficina a las 3pm, pasé por casa para hacer la mochila y luego me fui directamente al aeropuerto a las 6pm para coger el vuelo a las 8pm.

Después de aterrizar en Inglaterra a las 10pm, no malgasté ni un minuto en salir del terminal y buscar a mis padres, que habían amablemente conducido a Mánchester para recogerme. El viaje a Burnley supuso una buena oportunidad de ponernos al día, porque llegamos en casa tan tarde que después de solo una hora de conversar nos fuimos todos a dormir. 

La mañana siguiente madrugué para ir al centro de Burnley para que me cortasen el pelo a las 9am. Hablé un rato con la peluquera, me acerqué al centro para resolver unas cosas con mi banco y luego me reuní con Amber y Jess para tomar un café.

An old phone box in Burnley on a wet, cloudy day.

El clima de Burnley es bastante previsible: cielos grises y lluvia.

Los tres nos reunimos en Little Barista, una cafetería independiente en el centro, y había una charla divertida sobre unos chocolates calientes festivos e infusiones. Fue la primera de muchas quedadas que tuvieron que terminarse demasiado pronto, sin embargo, porque después de una hora tuve que volver a casa para volver a hacer la mochila y salir a comer con mis padres.

La comida no podría haber sido en otro sitio que no fuese JJ’s, una cantina fea al lado de una carretera rural que ofrece una selección de los platos tradicionales británicos más ricos que hay en este mundo. Dentro de poco estaba comiendo un steak pudding (carne de vaca con salsa en una masa blanda), puré de guisantes y patatas fritas: ¡todo con un toque generoso de sal y vinagre! La comida era riquísimo como siempre, y sirvió como una despedida para mis padres, que luego me dejaron en la casa de mi amiga Danni para que comenzásemos la fase siguiente de las aventuras…

Un finde de buena comida, viejos amigos y conocer a perros nunca falla.

Mientras me ponía al día con Danni, me introdujo a su nueva perra, Lottie, que no le caía muy bien pero creo que es monísima de todas formas. Charlamos un rato mientras esperábamos la llegada de Abi, cuyo regalo de cumpleaños habíamos preparada: ¡una botella de vodka que lleva una foto de su cara! Cuando llegó y recibió dicho regalo, estuvo claro que el vodka nos iba a acompañar a la próxima destinación: Leeds.

Una vez llegados en Leeds, Danni y yo nos registramos en el hotel, y Abi se coló como una huésped extra. Dejamos las mochilas y compramos unas bebidas para más tarde, y luego cogimos un taxi a Belgrave Music Hall, uno de mis sitios favoritos de mis días como estudiante y proveedor de las mejores pizzas, hamburguesas y patatas fritas en la ciudad entera.

Me, Abi and Danni have a beer in Belgrave.

Después de tomarnos unas cervezas y una bandeja enorme de “session fries” (patatas fritas cubiertas de pancetta, jalapeños en vinagre y muchas otras cosas ricas más), Danni y yo nos tuvimos que ir corriendo: ¡teníamos entradas a un concierto!

El concierto era de Sigrid, que llevo un rato siendo un fan suyo después de haberla encontrado en Spotify a principios de este año. Al final llegamos bastante tarde, así que tuvimos que ponernos en el fondo, pero lo pasamos muy bien de todas formas, bailando un poco a unas de sus éxitos.

Sigrid performs at the O2 Academy, Leeds.

Durante el concierte, Abi había vuelto al hotel para prepararse y volver con las bebidas, y así nos reunimos después en las calles de Leeds para salir de fiesta. Después de un shooting espontáneo en un centro comercial, bajamos a Call Lane y unos clubs que nunca había visitado durante mi estancia en Leeds como estudiante.

Ya que los tres ya somos mayores, la noche no se alargó mucho, y bastante temprano nos encontramos de vuelta en el hotel y esperando la llegada de la comida que habíamos pedido. Le entrega, sin embargo, nunca llegó, y así nos quedamos sin kebab. Encontré la solución en marcharme a la estación de tren para recoger un McDonalds para los tres.

Intentaba arruinar la foto de la rena.

Danni stands under an illuminated reindeer antler decoration, whilst I crouch on the floor nearby.

La mañana siguiente nos despertamos con las cabezas bastante bien, aunque sospechaba que la falta de resaca podía convertirse en un resacón durante la tarde. No había mucho tiempo para pensarlo, sin embargo, porque me tuve que levantar, duchar y vestir para irme a una cafetería para desayunar con Luisa, Rhea, Em y Lincoln a las 11:30am. ¡Es que no paraba durante el viaje!

Como segunda instalación en la serie de males relacionados con la comida, Rhea me escribió para avistarme que la cafetería estaba llena, y que debía haber reservado una mesa antes. Entraba en pánico, pero luego me salvaron cuando llamaron a otro sitio local, y al final nos dieron una mesa en dicho sitio. ¡Hurra! El desayuna se había salvado.

Entonces la reunión se realizó en Wapentake, un bar nuevo y bonito que nunca había visitado, pero el cual nos proveyó con un desayuno británico delicioso. En esos momentos la cabeza ya me empezaba a doler, así que me pedí un Bloody Mary para acompañar la comida, una decisión de la que me arrepentí al recordar lo picante que pueden ser…

Me, Rhea, Luisa, Em, and Lincoln have breakfast at Wapentake.

Hablamos mucho mientras desayunábamos, y el grupo entero nos contamos la vida y cómo nos iba la vida adulta y el trabajo. Todo lo bueno se acaba, sin embargo, y eventualmente tuve que irme a la estación para coger el tren a Mánchester y el vuelo de vuelta a España.

Leeds Train Station.
A stop on the Leeds to Manchester Airport line.

Es probable que ya te hayas dado cuenta de lo rápido que fue el viaje, y estaba hecho polvo después de visitar tres ciudades y quedar con tanta gente en un mero día y medio. Sobre decir que dormía un rato en el vuelo, ¡pero aún así siento que esta semana estoy recuperándome todavía del cansancio!

Todo ha valido la pena, sin embargo, porque me la pasé muy bien, y ahora solo quiero pasar el finde haciendo absolutamente nada menos relajarme en casa. Además está seguro que lo voy a necesitar, porque estas semanas en la oficina estamos muy ocupados, con la entrada de muchos proyectos chulos. ¡Luego os cuento más!

14.11.19 — Diario

El carrete de Caudete

Con la llegada del frío invernal a Madrid, toca pensar en los días más cálidos del verano, días que se pasaron el Caudete de las Fuentes, Valencia. Si sueles leer mi blog, puede que te acuerdes de la semana que pasé con Rodrigo explorando el pueblo de sus abuelos y montando un espectáculo de luces en el patio de su casa.

Tres meses después de dicha aventura, por fin he ido para que me revelasen unos carretes que tenía en casa. Algunas de las fotos de estos carretes se encuentran en la entrada “El carrete de Tenerife“, una entrada de blog posterior a la en que cuento mi viaje a Tenerife. En esta entrada haré lo mismo, compartiendo unas de las fotos más notables de mi visita a Caudete de las Fuentes.

A film photo of sunlight setting on roofs and a church.
A film photo of Roberto setting up a speaker system.
A film photo of the courtyard of an old house.

Ya que el estilo duro del flash de una cámara de película me recuerda de mi infancia y de usar cámaras desechables, saqué la mayoría de las fotos durante la noche. Las tardes y noches en Caudate, como conté en la entrada de blog principal, se pasaron escuchando una selección variada de música y zampando pan, jamón y quesos.

La última foto del carrete era un poco inquietante, porque sale la figura oscura de un hombre saliendo de un edificio antiguo. En realidad, sin embargo, es una toma de mi amigo Rodrigo mientras salía de la ducha.

Con eso, pongo fin a esta entrada bastante corta. Me recuerda de las primeras entradas de blog, cuando escribía bastante poco cuando las comparamos con las entradas que escribo hoy en días, ¡que ya son más como ensayos! Lo corto de esta entrada también es debido a la cantidad de trabajo que tengo en la oficina y, como consecuencia, la pobre vida social que estoy disfrutando recientemente. Eso ya cambiará, sin embargo, ¡porque la semana que viene me voy a pasar el finde en Inglaterra!

01.11.19 — Diario

Una escapada dominguera

Después de mucho trabajar duro y jugar duro, el finde pasado decidí que necesitaba escapar del ruido de la ciudad, así que hice una escapada a las montañas de San Lorenzo de El Escorial. He visitado unas cuantas veces en el pasado, y me encanta su ambiente tranquilo.

Los colores otoñales hicieron que El Escorial se viese aún más bonito.

The autumn colours tint the trees of El Escorial.
Yellow trees line a path in El Escorial.

Siempre me gusta un día de vagar por el pueblo y su monasterio impresionante del siglo XVI, ¡pero la cuesta al centro desde la estación de tren siempre me mata! Decidí tomarlo con calma, subiendo a mi ritmo tranquilo entre los ciclistas que realmente lo estaban pasando mal…

Looking over the courtyard of the monastery in El Escorial.

Al llegar, mi primera parada fue un bar local, uno que llevo visitando desde mi primera visita a El Escorial. Lo pasé fenomenal esa primera vez, disfrutando de unos platos locales y una charla graciosa con las tres generaciones de hijas que son las dueñas del lugar. Cada vez que visito El Escorial, me aseguro de ponerles al día con las novedades y eventos de mi vida, ¡y esta vez no fue excepción ninguna!

Pasé un buen rato explorando las calles ondulantes del pueblo montañero.

Tras ser llenado hasta reventar con ración tras ración de comida riquísima, me fui a pasear por el pueblo y las afueras de monasterio para bajar la comida. Decidí no entrar el los jardines, porque no quería llegar muy tarde al centro de Madrid, pero al final me perdí el tren y por eso tuve que tomar otra caña en otro bar (una pena, ya lo sé).

The King's Courtyard in the monastery in El Escorial, Madrid.
Walking back down the line of yellow trees in El Escorial.

Fracasé con mi plan de llegar a mi piso en tiempo para poder acostarme temprano, y acabé caminando a casa en la oscuridad total después del cambio de hora la noche anterior. Valió la pena hacer esta escapada, sin embargo – ¡ya que soy del campo, necesito ver un poco de vegetación de vez en cuando!