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29.02.20 — Diario

Un sinfín de eventos de diseño

Desde volver de Murcia hace casi un mes, mi vida ha sido bastante loca, la velocidad de cambio ha sido bastante drástico y he estado haciendo muchas cosas nuevas. Todo esto implica que tengo mi blog un poco abandonado durante las últimas semanas. Ahora, sin embargo, y después de arreglar un problema que causó la caída de mi web durante unos días, ¡estoy de vuelta para poneros al día!

An illuminated sign reading "Erretres – The Strategic Design Company".

¡He estado pasando bastantes horas aquí!

Entre muchos días ocupados en la oficina trabajando en unos proyectos bastante molones, me he asegurado de encontrar el balance entre el trabajo y el ocio, que ha consistido en salir para comer, cenar y tomar con amigos. No tengo muchas fotos de dichas quedadas, ya que a veces es mejor desconectar y disfrutar el momento, ¡pero créeme cuando digo que he aprovechado bastante de la oferta culinaria madrileña!

Además de el trabajo y el ocio hay momentos de domesticidad. He tenido que aguantar unas visitas más al dentista, quien está intentando dejarme ciego con las partículas de mis dientes que van volando por los aires mientras hace agujeros en mis molares. También hice lentejas a la riojana por primera vez, y ahora me siento el rey de la cocina española.

Un viernes por la tarde fui al primer evento de diseño, un torneo de ping-pong organizado por Collision que sirvió para unirnos a todos los participantes en la red de mentorship. En breve me quedó claro que lo mío era más quedarme con las pizzas que progresar en el torneo (tengo una falta de coordinación bastante grave), pero disfruté de unas cervezas, hablé con todo el mundo y me la pasé muy bien.

The Collision ping-pong tournament event.

Aquel finde, una vez más salí con Bogar y Hugo, y pasamos un atardecer viendo la puesta del sol sobre los techos de la ciudad desde una azotea en Callao. Las cañas que disfrutamos y las dos horas fuera de mi casa eran muy bienvenidas, y los colores del cielo me obligaron a sacarles unas fotos.

The sun sets over Madrid.
The sun sets over Madrid.
Bogar, Hugo, and me atop a rooftop bar.

Luego tuve unos pocos días para prepararme para el evento principal que dio nombre a esta entrada de blog. Como Lead Designer en Erretres, me invitaron a hablar en un evento llamado Prisma, una conferencia sobre el diseño y la tecnología organizado por la universidad U-Tad. Mi charla presentó una tarea de grandes proporciones: ¡tuve que hablar durante 30 minutos en español y con un público de 200 personas!

Después de preparar mi presentación, titulada “Nuevas marcas en un panorama en constante cambio: branding digital para start-ups”, bajé a Medialab Prado para que me pusieran el micrófono y para que me grabaran una entrevista sobre la definición del diseño desde mi punto de vista. Nunca había estado en el espacio antes, pero el centro es una pasada, con unos pasillos de amarillo brillante y una cafetería muy bonita.

Neon yellow stairs.
Neon yellow corridor.

Al llegar la gente, me cogió un técnico para ponerme un micrófono inalámbrico de los que ves en el teatro, y en nada me encontré en la primera fila viendo la charla del primer ponente. Una vez empezó a acabar su presentación, subí al escenario y en un instante ya había emepzado mi charla, hablando de las dificultades de desarrollar marcas para el nuevo mundo de start-ups digitales.

My name is up on a screen at the Prisma design event.

Creo que la charla fue bien – bueno, menos la tos que me tenía casi afónico durante todo el evento. En mi Twitter recibí unos comentarios guays después, y pasé un rato en la cafetería después para conocer y hablar de los temas que habían salido en mi presentación.

Lo pasé muy bien en Prisma, y me gustó mucho conocer tanto a otros profesionales como a los estudiantes de diseño, y me supuso un logro personal bastante importante poder dar una charla de media hora en mi segundo idioma – ¡si mi profesora de español me pudiera ver ahora! Otro momento de significado personal fue poder poner el nombre de mi pueblo en la pantalla grande – al visitar Madrid por primera vez hace años, ¡nunca pensaba que un día estaría en un escenario hablando de mi pueblo pequeño!

I present a map with Burnley marked on it.

¡Burnley!

Durante el finde siguiente, decidí que necesitaba un poco de aire fresco, a pesar del cielo nublado que cubría la ciudad. Cogiendo un patinete, fui zumbando por el parque de Madrid Río desde mi casa en el sur hasta el extremo oeste del centro.

Este trayecto me llevó por el palacio real y la catedral de la Almudena, y ofreció unas vistas distintas a las típicas que se ven desde el centro. Es una zona bastante pintoresca, aunque sea que las nubes le dan a la foto un aspecto gris y feo.

The royal palace and cathedral seen from the west of Madrid.

La semana siguiente trajo el último día de mi compañero Luis, una despedida que fue agridulce. Luis ha sido un compañero fantástico y un buen amigo desde que me incorporé en Erretres hace más que tres años, pero me alegró verle alcanzar cosas más grandes y mejores.

La salida de Luis coincidió con un evento Open Studio organizado por Tres Tipos Gráficos, otro estudio de diseño en Madrid al cual mandé mi portfolio en 2015. Allí hable con muchos amigos, ex compañeros y nuevos contactos, y hasta le intervención de la policía no podía detener la fiesta – ¡nos mudamos a un pub irlandés cercano y pillamos una ronda de gin tonics!

Febrero también nos trajo el tan temido día 14, el día de San Valentín, pero decidí celebrarlo el día después con mi amigo Bogar. Fuimos al centro para tomar un café y unas tartas riquísimas, y lo pasamos bien vagando por Malasaña hasta tarde.

Mi cita para el día 15.

Bogar with coffee and cakes.

Aquel finde lo pasé fuera porque el sol madrileño por fin había vuelto. Entre haciendo unos deberes en la ciudad, tomando unas copas con amigos en terrazas y unos gofres muy interesantes, aproveché de la oportunidad para sacar unas fotos de la ciudad que se ha vuelto en mi hogar.

The Puerta de Alcalá, a gateway in Madrid.
Gran Vía, the main road through the centre of Madrid.
A brick church against the sky.

Todo esto que os he contado nos pone más o menos al día, pero todavía queda otro evento de diseño del que hablar: ¡la conferencia de los Awwwards en Ámsterdam! El finde pasado fue la primera vez que visité los Países Bajos, pero he decidido esperar hasta la próxima entrada de blog para escribir sobre el tema: ¡tengo muchas fotos que organizar y quiero que esta entrada de blog salga ya!

08.02.20 — Diario

El cielo gris de Murcia

Tras decir que iba a poneros al día y escribir las entradas de blog que hacían falta, no lo he hecho. Han sido unas semanas ajetreadas, así que he pasado mucho tiempo tumbado y luchando contra una infección viral y luego el dolor de un empaste que resultó ser mucho más grande que pensaban.

Después de haber sido sorprendido al descubrir que el profesor de inglés de un compañero también es de Burnley, una vez más me encontré en el tren lento a la casa de mis tíos en Murcia. Llegué en el sur bastante tarde, pero no demasiado tarde para tomar un par de copas y ponerme al día con los dos. La última vez que les vi fue en octubre, cuando pasaron por Madrid unos días antes de volver a Inglaterra.

El día siguiente, nos subimos al coche y fuimos a la cuidad costera de Cartagena, pasando debajo de unos cielos muy grises…

My uncle walks up a strangely inclined path.
The sky over Cartagena is grey.

La razón principal por la cual realizamos este viaje fue para que probara un café asiático, y mis tíos sabían exactamente adónde llevarme. Por una calle pequeña encontramos el bar de Ramón, quien me explicó la origen del nombre del café, que viene de su uso como una tónica alcohólica para los viajeros asiáticos que entraban en el puerto.

Una vez probé el café, pillamos unas tostadas y me puse a hablar con el bar entero, desde el dueño Ramón hasta los clientes de toda la vida, los cuales me explicaron adónde debería ir para encontrar los mejores huevos revueltos en Madrid. Con esta nueva información, los tres nos fuimos del bar y pasamos por las calles mojadas y hacia el calor seco del coche.

El día siguiente, por fin me llevaron al centro cultural de Sucina, el pueblo más cercando al campo de golf en el cual viven mis tíos. Ya llevaban un buen rato hablándome del sitio, porque disfrutan de la comida casera que prepara allí Mari Carmen.

Bueno, ¡el sitio no decepcionó! Mari Carmen era una anfitriona excelente, nos llenó con sopa de pollo, gambas al ajillo, pechuga de pollo y unas almejas en una salsa de perejil. Concluimos la comida con unos trozos de tarta de whiskey y luego salimos a tomarnos unas cañas y ver la puesta del sol.

No teníamos prisa para salir del centro porque ese mismo día tocó una de las actividades mensuales que ofrecen en el centro de mayores: ¡bingo! Después de hablar un rato con las señoras majas que vendían los cartones, nos sentamos en una mesa y empezaron las rondas del juego, entre las cuales hubo una copa de vino dulce y pastas.

Me, my auntie, and her friends at a game of bingo.

Ni yo ni mi tía ganamos nada, ¡pero lo pasamos genial de todas formas!

My half-filled bingo cards.

Después del pasar el tercer día de mi visita comprando cosas en IKEA que no podía encontrar en el de Madrid, llegó mi último día en Murica. Según la tradición que empezó durante una visita que realicé con mis padres el año pasado, fuimos al pueblo pequeño de Roldán y comimos un buen menú.

My uncle and auntie at lunch.

Después de unas risas con las demás parejas que se habían acercado (siempre soy el menor y el más soltero, pero ya me he acostumbrado), me tocó volver al pueblo de Balsicas, un sitio pequeño que tiene la suerte de tener una conexión ferroviaria directa con el centro de Madrid.

Durante el viaje terminé la primera temporada de “Years and Years”, una serie que es bonita, trágica y aterradora a partes iguales. ¡Deberíais todos verla si podéis!

Al llegar en Madrid tenía más tiempo libre que lo usual por mi decisión de pillar el tren más temprano, así que había quedado con Bogar y Hugo para cenar ramen en el restaurante japonés en el cual curra Hugo. Disfrutamos mucho de los cuencos enormes de fideos y caldo, y acabamos la cena con unos chupitos de saké, que se sirvió caliente – ¡un poco raro!

Three bowls of ramen.
Bogar, me, and Hugo at the ramen restaurant.

Acabar el día con una cena deliciosa con buenos amigos fue el final perfecto de mis mini vacaciones, y me dejó bien descansado para enfrontarme con un par de semanas locas en la oficina – ¡pero os contaré más en breve!