03.05.20 — Diario
Seguimos perdurando
A diferencia de mi última entrada de blog, pensé que molaría compartir unas de las fotos que documentan las semanas pasadas de este confinamiento, lo cual representa un cambio bienvenido después del ensayo pequeño que redacté. Como ya veréis, las fotos abarcan la ciudad en flor, la vida en mi piso, la comida que he disfrutado y hasta unas capturas de pantalla tomadas durante llamadas con amigos.
Empezamos, sin embargo, con la última foto que saqué al salir de la oficina el último día antes del comienzo del encierre. Fui de los últimos en salir, así que me tocó apagar y cerrar todo, lo cual me ha dejado con una foto bastante oscura.
Me fui de la oficina con tan solo mi portátil ese último día, pero pronto se me hacía obvio que me faltaban unas cosas más: muestras de papel (para enviar cosas a la imprenta), las Pantoneras (para calibrar colores) y hasta mi silla de la oficina. Con estas novedades en casa, tocó volver a organizar el espacio algo para crear mi oficina casera.
Esta configuración de mi oficina – a pesar de ser bonita – pronto me aburría después de unas semanas de teletrabajo, y por eso la vuelta semanal al Mercadona se volvió en la tarea que más gusto me da. El paseo de 20 minutos se hacía más agradable con la transición del invierno a primavera, cuando los árboles que antes se quedaban sin hojas empezaron a lucir en su verdor.
En el piso, mantengo varias videollamadas recurrentes para mantenerme al día y entretenerme, entre las cuales hay quedadas grupales, conversaciones más íntimas con viejos amigos y hasta un concurso semanal que siempre me alegre el día. Desde esta captura de una llamada con las chicas de Cake Club a la hilaridad de cuando Abi, Danni y yo descubrimos los animoji en FaceTime, ¡nunca hay un momento aburrido!
La Semana Santa, que la debería haber pasado con Luisa explorando las procesiones, al final era un evento mucho más tranquilo. Se mejoró bastante, sin embargo, con la llegada de una selección de chocolate británico que me envió mi madre desde Inglaterra. ¡Allí es un costumbre comerse estas cochinadas en estas fechas!
Hablando de la comida, también (como muchos de vosotros) he aprovechado de la oportunidad de mejorar mis habilidades culinarias. En vez de retarme a hacer bizcocho de plátano o pan casero, sin embargo, decidí que debía refinar uno de mis platos favoritos: la tortilla de patatas. A pesar de ser un plato bastante sencillo, lo que me cuesta es lograr que la tortilla quede poco hecha por dentro, pero creo que al final ¡ya lo he conseguido!
Con tanto tiempo libre, debería haberme fabricado una mascarilla hace mucho más tiempo, pero me apañaba durante bastante tiempo con taparme la cara con el abrigo que me compré en Oslo (gracias a Noruega por hacer abrigos tan excelentes) mientras iba de compras. Con la subida gradual de la temperature, y al volverse la ciudad en un sitio cada vez más sucio ya que los barrenderos no están trabajando, eventualmente tuve que ceder y fabricarme una mascarilla con una funda de almohada que me sobraba.
Entre las actividades que me han mantenido ocupado y cuerdo quedan la limpieza profunda de mi piso y los momentos en el trabajo en los cuales no tengo que estar en frente del portátil durante todo el día. Una tarea que tuve fue elegir unos colores de las Pantoneras que mencioné antes, un proceso que necesita la luz natural, ¡así que me quedé unos diez minutos o más extendido por una ventana!
Un saludo también al manzano que está allí en el fondo (encima de la maquina de aire acondicionado) que he crecido de unas semillas de manzana en un intento a sentir que he logrado algo durante esta cuarentena.
Con el paso de la cuarentena, estas salidas semanales me han animado bastante, así que he estado intentando cambiar algo la ruta que sigo al supermercado para engañarme y hacerme pensar que estoy viendo cosas nuevas cada semana. Esto me ha llevado a unas vistas raras: anuncios anticuados, coches sucios y algunos ítems abandonados en la calle.
Os mantendré al tanto con las novedades de la desescalada del confinamiento aquí en España durante las próximas entradas aquí en mi blog, pero por ahora os dejo con esta foto de la única compañía física que he tenido durante estas seis semanas: un conejito de chocolate que me compré en las rebajas después de Semana Santa.
Ya, el tío daba miedo. Me lo comí tan pronto que podía.