24.06.19 — Diario
La visita de Cake Club
Solo dos días después de volver a Madrid de Tenerife, ¡me esperaba un jueves emocionante!
Puede que algunos recordéis que pasé mucho tiempo el año pasado con mis amigas Heidi, Loredana y Megan. Los cuatro formamos un grupo que llamamos Cake Club (el club de tartas). El plan original era reunirnos para hacer pasteles y compartir recetas, pero este plan no se llevó a cabo porque al final se nos iba el tiempo comiendo tacos, escalando la sierra de Madrid o hablando durante muchas noches con unas cañas en la mano.
Normal, entonces, que me quedé triste el verano pasado cuando se iban de una en una de Madrid de vuelta a sus países de origen – Heidi a Noruega, Loredana a Austria y Megan a los EEUU. Aseguramos, sin embargo, de no perder el contacto, usando nuestro grupo de WhatsApp por lo menos una vez al día.
Como os imagináis por el párrafo anterior y el título de esta entrada, el finde pasado fue bastante especial, ¡ya que los cuatro nos volvimos a reunirnos en Madrid!
La primera en llegar fue Megan. Ya llevaba un rato en Europa, y voló a Madrid de Roma tras pasar unos días allí visitando a Loredana. Después de reunirnos y abrazarnos en mi piso, salimos a cenar pizza, volviendo temprano a casa porque yo trabajaba el día siguiente.
Esa siguiente tarde llegué a mi piso y mi dio la bienvenida Heidi, quien había llegado durante el día de Oslo, y los tres esperábamos ansiosamente la llegada de Loredana de Roma. Llegó a tiempo para que nos fuésemos a cenar en un restaurante mexicano, un sitio ubicado en la calle del antiguo piso de Loredana y Heidi.
El día siguiente fue un viernes, así que salí temprano, dejando a las chicas que se quedasen en casa y hiciesen lo que querían durante el día. Sí que había, sin embargo, un plan. Justo antes de irnos todos de la oficina, ¡las chicas llegaron a echar un vistazo al nuevo espacio y aprovechar del jardín!
Después de relejarnos en la oficina un rato y jugar unos partidos de ping-pong, volvimos al centro y a la Bodega de la Ardosa, uno de mis sitios favoritos para tomar un pincho de tortilla. Desde allí decidimos vagar por Malasaña un rato, donde las chicas decidieron que iban a volver el día siguiente para explorar más las tiendas.
Esa noche abrimos una botella de ginebra y pusimos unos temazos en mi piso – ¡era hora de salir! Tras mucha risa, unas danzas y unos selfies, subimos al metro y fuimos a uno de mis sitios favoritos – ¡un bar de karaoke super cutre!
Después de cantar y bailar más, los cuatro llegamos a casa sin problemas. La mañana siguiente no me apetecía moverme mucho, así que las chicas salieron a ver un partido de fútbol en el cual jugaba Loredana y volver a dichas tiendas por Malasaña. Al final me moví, sin embargo, y hice una tarta de zanahoria para celebrar mi “cumpleaños” falso.
La parte principal de dichas celebraciones fue una cena en Goiko Grill. Los cuatro más Bogar y Napo salimos a cenar en el sitio, y luego fuimos todos a Chueca para tomar una cañas en una terraza.
Ya que el día siguiente fue un domingo, decidimos realizar un plan que habíamos organizado antes, y fuimos al Retiro para hacer un picnic como el del año pasado. Nos sentamos allí comiendo y charlando unas horas hasta que, tal como el verano pasado, le tocó a Heidi irse al aeropuerto para coger su vuelo de vuelta a Oslo. Nos despedimos de ella, saludando con la mano y casi llorando al verla irse en el taxi.
Los tres que quedábamos volvimos a casa para dejar las sobras del picnic, y luego bajamos a un sitio que no habíamos visitado como grupo antes – el lago de la Casa de Campo. Allí volvimos a sacar la manta de picnic, esta vez echando una siesta en las orillas – después de sacarnos unas fotos, por supuesto.
Al atardecer, los tres subimos al Templo de Debod, cogiendo una cerveza en el camino y sentándonos para ver la puesta del sol desde uno de los sitios más pintorescos del centro. Otra vez nos acostamos temprano porque yo tuve que trabajar el día siguiente, y Loredana tuvo que madrugarse también para coger su vuelo de vuelta a Italia. Me despedí de ella esa noche, y luego solo éramos dos – Megan y yo – cuando volví del trabajo el lunes por la tarde.
Después de otra tarde relajando y charlando, los dos volvimos a acostarnos temprano, ya que la mañana siguiente le tocó a Megan irse temprano a coger su vuelo al siguiente destino – París. No había descanso para mí, sin embargo, porque el día siguiente volvía a casa para encontrar a otros dos visitantes ya en mi piso – ¡pero tendré que contároslo en la entrada siguiente!
Lo único que falta decirse es lo obvio: ¡espero que Heidi, Loredana y Megan lo pasaron tan bien como yo! Espero visitar a Loredana en Austria este verano, y tendré que cruzar el charco el año que viene para pasar unas semanas en los EEUU con Megan, Kevin y James cuando tenga el dinero…