24.06.19 — Diario
Em y Lincoln me visitan
Reflejando la realidad de cómo ha pasado todo durante estas últimas semanas, vamos directamente de una visita (la de las chicas de Cake Club) a otra – ¡la de Em y Lincoln!
Como mencioné al final de mi última entrada de blog, me despedí de Megan antes de irme yo al trabajo, ¡y al volver a casa encontré a dos intrusos en mi piso! Claro que todo esto se había organizado, habían llegado durante el día y recogieron las llaves de un amigo.
Em era la primera persona que conocí al mudarme a Leeds para estudiar, porque se estaba mudando al mismo piso que yo cuando llegamos. Conoció a Lincoln durante ese mismo año, y desde entonces han sido una pareja.
Recordamos de estos viejos tiempos cuando salimos para la primera tarde en la ciudad, cuando los saqué para enseñarles España por primera vez. Durante esta exploración, pasamos por unos sitios que visité durante mi primer viaje a Madrid, ¡y así empezaron tres días de rememorar el pasado!
Había cogido los dos días siguientes de vacaciones para pasar más tiempo con ellos, y tuvimos que empezar con una comida en Casa Dani para que probasen unos platos españoles bien ricos.
Durante la tarde exploramos más sitios, uno de los más bonitos siendo los alrededores del Palacio de Cristal en Retiro.
El día siguiente decidimos subir a la sierra, ya que sabía que les iba a gustar ver la naturaleza que rodea la ciudad aislada…
Tras un camino largo bajo el sol, llegamos al Río Manzanares, y nos sentamos un rato para hablar de los escándalos de la época universitaria.
Una vez bajados a la ciudad, no nos quedaba mucho tiempo para dar más vueltas por Madrid, así que nos fuimos a casa y decidimos salir para cenar en un restaurante. Los llevé a uno de mis sitios favoritos para cenar comida venezolana, una cocina más o menos desconocida en Inglaterra.
La cena fue la conclusión perfecta a unos días de relax con Em y Lincoln. Mientras me sentaba en el sitio, llenísimo y alegre después de unas jarras de cerveza, me dio pena pensar en tener que despedirme de ellos la mañana siguiente.
Al decirles adiós estuve triste, pero me alegró haber podido ofrecerles una cama en que dormir – tras años de dormir en su casa, ¡ya tocaba que les ofreciese un sitio! Lo pasé fenomenal con los dos, y espero volver a verlos pronto en Leeds.
Ahora os aviso que la próxima entrada también tratará de otra visita de otras dos personas más, pero esta vez no os voy a contar quienes son aún – ¡tendréis que adivinar! Hasta luego…