07.05.22 — Diario

Mi cumpleaños en Gijón

No soy muy fan de mi cumpleaños – los que me conocéis sabréis que tengo una costumbre de retrasar las celebraciones de mi cumpleaños para poderlo celebrar en el momento que mejor me apetezca. Suelo estar de mal humor cada 30 de abril, así que este año decidí pasarlo solo y fuera de Madrid, tomando algo de tiempo para desconectar y descansar tras un arranque atareado del año.

Por eso, aseguré a mis amigos que celebraría mi día más adelante este verano y decidí irme solo al norte del país. Tengo la suerte de que es puente el finde de mi cumpleaños, así que me pillé una habitación en un hotel en Gijón.

Con la mochila hecha, salí del trabajo el viernes por la tarde para buscar mi BlaBlaCar hasta Asturias. El viaje fue muy cómodo, los cuatro que íbamos pasamos el trayecto entero hablando de todo, acompañados por un perro tranquilo llamado Theo que pasó el viaje entero durmiendo.

Tras parar un rato para estirar las piernas y picotear algo en una gasolinera (en la cual encontré unos columpios y un tobogán algo turbios que me encantaron, por eso las fotos), llegué al hotel sobre las 11pm. Salí a buscar algo de cena y luego volví para tumbarme en la cama enorme que la recepcionista amable me había asignado – con vistas sobre el mar y todo.

El día siguiente me desperté para pasar mi primer día con 27 años, de mal humor como ya es costumbre. Me eché la mañana en la cama vagando hasta que tuve que levantarme y ducharme, porque al final mi plan de pasar mi cumpleaños solo se había tumbado cuando me liaron unos amigos.

Mi amiga Cami se había mudado a Asturias meros días antes de mi viaje, y estuvo viviendo en la casa Andrea y Andrei, dos amigos que viven en Mieres, cerca de Gijón. Al final me había dejado llevar y me apunté a una comida para celebrar un año más – ¡y al final quedé muy contento de haberlo hecho!

Al salir del hotel me di cuenta que andaba tarde ya que no tenía ni idea de cómo funcionaba el transporte público en Gijón. Me perdí el bus gracias a mi insistencia que no existe nunca un por qué correr, eché diez minutos o así intentando pillar un taxi y eventualmente conseguí coger uno que me llevara el restaurante donde habíamos quedado. Pasé el viaje mirando por la ventana, viendo por primera vez esta zona de Gijón que nunca había visto de día.

Cami, Andrea y Andrei me recibieron al llegar al restaurante. Fue un reencuentro emocionante ya que no había visto a Andrei ni Andrea desde la última vez que subí a Oviedo cuando vino Kevin el año pasado. Disfrutamos mucho de la comida, la sidra y la conversación graciosa de esta comida especial.

Tras unas botellas de sidra y descubrir un “gintonic de sidra” en la carte, las cosas luego se nos fueron un poco de las manos y acabamos conociendo a un grupo que andaban de despedida de soltero. Luego nos comimos los postres enormes – bueno, lo que pudimos – y fuimos a la playa para tomarnos unos cócteles en un bar por allí.

En retrospectiva, los gintonics de sidra igual sobraron…

Seguimos pasándonoslo súper bien en “La Buena Vida”, con un momento especial cuando uno de los cócteles vino con un fuego artificial atado a la botella de ginebra. Me dijeron que intentara soplarlo – ¡un desastre si lo hubiera intentado!

Cuando no hay tarta ¡hay que ir con un cóctel pirotécnico!

Un incendio catastrófico evitado, continuamos charlando y tomando por allí. Eventualmente Andrei y Andrea se fueron a casa, pero Cami y yo decidimos que íbamos a seguir y salir por Gijón esa noche.

Este plan resultó ser bastante optimista, ya que al final acabamos echando una siesta de unas tres horas en el hotel, una siesta de la cual nos despertamos con dolor de cabeza y el estómago algo revuelto. A pesar de eso, decidimos que teníamos que cenar algo, así que pedimos comida japonesa para recoger.

Al bajar a recoger la comida, resultó que el restaurante era un espacio pequeño pero muy bonito. Preguntamos a la camarera si pudiéramos cenar allí en el local, y gentilmente nos dijo que sí, así que pasamos una hora cenando en este local a pocos minutos del hotel.

Tras una llamada rápida con mis padres, Cami y yo queríamos tomarnos un cóctel aunque solo uno fuera. Encontramos un bar tranquilo en el centro y nos tomamos un cóctel que el tío nos creó basado en los gustos de cada uno. Yo le dije que le echara solo ginebra, no quería seguir mezclando licores tras el día que había tenido…

El día siguiente nos despertamos a un clima un poco más nuboso y fuimos a desayunar en una cafetería que habíamos encontrado en el centro. Pasamos por el paseo marítimo y acabamos en Catlove, en donde desayunamos muy rico y nos tomamos un par de cafés para poder seguir de pie.

Después de un desayuno tan completo, decidimos que no hacía falta comer, así que pasamos unas horas explorando le centro y Cimadevilla. Este cabo bonito ofrece vistas panorámicas sobre el mar, las playas y los puertos de la ciudad, y fue de mis lugares favoritos la primera vez que visité Gijón en 2017.

Según seguía la tarde nos cansamos, así que Cami se fue a casa. Yo seguí andando un rato, aprovechando para llamar a mi hermana Ellie y ponerme al tanto con ella mientras me daba el aire del mar. Al colgar, volví al hotel, en donde pasé un par de horas en videollamada con Megan. Esta llamada fue para compartir ideas y planes para mi viaje a los EEUU y Canadá este verano – ¡qué emoción!

Luego pasé lo que quedaba de la noche en el hotel. Aproveché para escribir mi anterior entrada de blog, trabajar en el nuevo diseño de mi web y ponerme una mascarilla facial que me habían regalado en Navidad. Fue una manera muy agradable de acabar un finde fabuloso de cumpleaños en las tierras especiales de Asturias.

La última mañana de mi viaje fue bastante breve, ya que pasé la mayoría de ella metido en la cama. Tuve que moverme sobre las 11am dado que a mediodía me echaban de la habitación y me venían a recoger en coche para volver a Madrid. Salí a coger un café y una napolitana para desayunar, y luego me senté al lado de un culín de sidra abandonado – ¡solo en Asturias!

Me la pasé fenomenal durante mi finde en Gijón, y tengo que agradecerles mucho a Cami, Andrea y Andrei por liarme el día de mi cumpleaños y obligarme a pasar un rato tan bueno. Esto de estar fuera durante mi cumpleaños puede que se convierta en un evento anual…