06.01.22 — Diario

Una navidad británica

Tal como el año pasado, el fin del mes de diciembre me llevo desde Madrid a Manchester y a la casa de mis padres donde pasaría la navidad con mi familia. Después de muchas dudas generadas por el aumento de casos de la COVID, me preocupaba la posibilidad de no poder volar, pero al final mi test salió negativo y me subí al avión el día siguiente para volver a mis tierras. 

El clima no sabía qué hacer al llegar yo al Aeropuerto de Manchester.

Mi padre me vino a buscar al aterrizar en el aeropuerto de Manchester y de camino a casa me hice el primer test de los tres que tenía que hacer durante mi estancia en el Reino Unido. Estaba confinado en casa durante los primeros cinco días como mínimo, pero no suponía un problema ya que me quedaban cuatro días de trabajo antes de la llegada del día 24. 

El teletrabajo desde casa era bastante agradable, ya que por las tardes podía aprovechar del sofá cómodo para seguir leyendo Becoming por Michelle Obama (el libro que estoy leyendo actualmente) y echarle una mano a mi madre con tareas por casa. Tras desconectarme del trabajo el día 23 celebré la ocasión con un baño y una copa de vino, empezando así mis días de descanso. 

Después de un concurso de repostería entre mi madre y yo (ella hizo una tarta de limón y yo una de vainilla con nata batida fresca y mermelada de frambuesas), ya era Nochebuena. Como ya es costumbre en mi casa, a mi hermana y yo nos toco abrir una bolsa pequeña de regalos por la noche. El mejor regalo fue, sin duda, el pijama nuevo que me lo puso esa misma noche.

El día 25 llegó y con él la apertura de los regalos, lo cual nos llevó la mayoría de la mañana – prisa no había. Mi milagro navideño era el resultado negativo al test que me hice para poder salir de la cuarentena, lo que me impulsó a salir con mi padre a dar una vuelta. Nuestro paseo nos llevó por las sendas camperas donde luchábamos contra vientos fuertes y hasta un embalse que, extrañamente, nunca había visitado en mi vida.

Después de explorar el sitio durante un rato empezamos el camino de vuelta casa, una ruta que nos llevó por unas casas pequeñas decoradas. Al llegar a casa nos esperaba una cena navideña tradicional británica, que lleva pavo, patatas, verduras, salchichas con beicon, coles de Bruselas y salas variadas, entre ellas una que se hace con pan que me parece horrible…

El 26 fue un día bastante tranquilo, el acontecimiento principal fue la comida: una crema de coliflor hecha siguiendo la receta de una amiga de la familia. Es una parte deliciosa de nuestra rutina de navidad y una que nunca falta.

El día siguiente me apetecía aprovechar de mi libertad, así que pedí que fuéramos a “Big Tesco”, el supermercado enorme de dos plantas que se encuentra en mi pueblo. Tras tantos años viviendo en España, me parece fascinante ver lo que se vende en Inglaterra y la cantidad de productos nuevos que han salido desde que me fui. No sé por qué los británicos nos empeñamos en tener tantos sabores de todo…

Como un regalo a mi padre de parte de mi hermana y yo, yo había llevado una colección de carnes, quesos y más para prepararle una cesta regalo de comida española, así que esa tarde le preparé un aperitivo. Estaba bastante orgulloso de mi plato de jamón y lomo – ¡en España en mi vida nunca he conseguido que me saliera tan bonito!

Después de comer salimos a dar otro paseo, subiendo al embalse que mejor conozco, en un pueblo llamado Hurstwood. Antes de volver a casa pasamos un rato en el pub local, donde aproveché para tomarme una Guinness bien fría.

Al salirme otro test negativo el día siguiente, salí a verme con Amber y Jess. Nuestra reunión se hizo en el nuevo piso de Amber, en donde nos había preparado un aperitivo bonito de quesos y otras cosas. Hablamos horas con una copa de vino en la mano antes de volver yo a casa para que me llevaran a mi siguiente destino, la casa de mis abuelos. Era la primera vez que les había visto en los últimos doce meses – ¡como vuela el tiempo!

El día siguiente fuimos mi madre, hermana y yo a un centro comercial en donde me reuní con Danni para comer juntos y echar un ojo a las rebajas. Abi no pudo venir porque andaba con el virus, pero los dos comimos rico y luego fuimos a buscar un capricho favorito mío, pedacitos de pretzel con canela y azúcar. ¡Están que te mueres!

Luego me tuve que despertar relativamente temprano el día siguiente ya que era el último en tierras británicas. Tras despedirme de mi familia, Danni me vino a recoger ya que nos quedaba una cosita antes de mi vuelta a España.

Los dos fuimos a Salford, una ciudad junto al sur de Manchester en la cual se graban muchas series y televisión británica. Allí fuimos a una exhibición interactiva de Van Gough antes de pasar por una tienda de chocolate y acercarnos al aeropuerto. 

Como te puedes imaginar era muy agradable volver a Inglaterra y celebrar la navidad con mi familia nuevamente, especialmente dado que la última vez no era una ocasión tan jovial. Quizás hayas notado que no he mencionado nada de la Nochevieja, y eso es porque la celebré de otra manera este año – ¡pero esa historia la dejo para la próxima entrada de blog!