18.04.23 — Diario
Semana Santa con Amber
Un calor que ha llegado preocupadamente temprano aquí en España me ha permitido disfrutar de unos caminos por la ciudad, cosa que fue el tema de mi anterior entrada de blog. También hizo que fuera el momento perfecto para recibir a Amber en la ciudad. La última vez que vino a Madrid fue ya hace casi seis años: ¡como vuela el tiempo!
Para recibirla en condiciones, cogí un tren temprano hasta el aeropuerto y me encontré con ella justo mientras me iba buscando en la sala de llegadas. Luego los dos pillamos el tren de vuelta, Amber dejó sus cosas en mi casa y echamos el resto del día caminando, comiendo y descansando por la ciudad.
Por la tarde subimos al centro porque quería que Amber experimentara lo que son las procesiones de Semana Santa. Mi primera experiencia en este aspecto fue en el 2016 cuando estuve trabajando en prácticas aquí en Madrid, y quería que Amber viviera las mismas sensaciones de asombro y confusión que vivía yo en su momento.
Tras unas vueltas buscando un bar en el que instalarnos y esperar la llegada de la procesión, nos tomamos un café y nos bajamos a la ruta de la procesión. Allí ya había un ambiente muy tenso. La procesión iba tarde, caía un sol de justicia y la gente estaba agitada. Esta combinación llevó a que viéramos a bastantes personas desmayarse.
¡Vaya introducción para Amber!
Al final la procesión llegó con sus caballeros, nazarenos y las dos imágenes: en primer lugar Jesús (abajo) y luego María. Como siempre, fue una experiencia muy sensorial gracias a los golpes de los tambores, la banda de vientos, el olor a incienso y el espectáculo visual que se estaba montando en plena calle.
El día siguiente optamos por un plan mucho menos intenso, moviendo entre terraza y terraza para beber, picar y bañarnos en el calor del sol. Echamos un ojo al invernadero que queda cerca de mi casa, vimos el atardecer desde el parque que más le gusta a mi hermana y acabamos cenando en la ciudad antes de volvernos a casa para pasar unas horas de espa allí.
El día siguiente fue el último que pasaría Amber en la ciudad, así que se hizo la maleta antes de volviéramos a echarnos a las calles para un último plan. Nos subimos al autobús y nos bajamos en Retiro, dónde echamos un rato paseando y bebiendo en una terraza más. No me quejo, solo que ¡no suelo dedicarle tiempo a echarme así al sol!
Tras una comida en un bar al lado de mi casa y luego una copa mientras esperábamos que llegara el tren, me despedí de Amber al subirse al tren al aeropuerto para su vuelo de vuelta al Reino Unido. Fue un gustazo tenerla por aquí y claramente la despedida fue dura, pero antes de que me dejara habíamos hecho planes para reunirnos cuando voy a Inglaterra yo en el futuro cercano.
¡Hasta entonces, Bam!