28.10.22 — Diario
La visita de Ellie
Después de la visita de mis padres hace unas pocas semanas, volvió a tocar que diera la bienvenida a otra familiar. Esta vez fue el turno de mi hermana, Ellie, que me vino a visitar. Igual que mis padres, ha visitado Madrid unas cuantas veces ya, la última vez hace un año más o menos, pero siempre da gusto que venga a pasar un rato para que hagamos cosas chulas y relajadas juntos por la ciudad.
Llegó por la tarde y se acercó a mi oficina, donde tuve que acabar un día ajetreado en el trabajo. Después salimos juntos y volvimos a mi piso, donde teníamos un plan relajado por casa. Vino Pedro, abrimos una botella de vino y los tres acabamos conversando tanto que ¡casi se nos olvidó meter los canelones caseros al horno!
Pasamos una noche de muchas risas y mis canelones de espinacas y ricotta estuvieron bastante ricos, aunque lo diga yo. Supuso un milagro que se hicieran, ya que la noche anterior me encontré dando vueltas por Madrid visitando seis supermercados distintos al ver que se había gastado la ricotta en Mercadona. ¡Una pesadilla
El día siguiente empezó con una vuelta por el río tras quedarnos dormidos algo tarde. Volvimos a casa para comer, donde preparamos una ensalada caprese, humus casero y alguna cosa más. Descansamos por casa para recuperar fuerzas para nuestro plan después que nos llevaría fuera del centro de la ciudad.
Una de las actividades que nos gusta hacer a Ellie y a mí es visitar un parque al sur de Madrid para ver el atardecer. Echamos unas latas y algo de picoteo a una bolsa y nos subimos al bus, donde se unieron Luis y una amiga suya que se habían apuntado al plan.
Nos lo pasamos fenomenal en el parque. Cuando Ellie se comió una pipa entera (es decir, con su cáscara), Luis se encargó de enseñarle cómo se hace aquí en España. Compartimos unas bebidas y vimos cómo se puso el sol sobre la silueta de la ciudad. Luego empezó a hacer algo de fresco así que nos acercamos al metro y de allí al centro.
Para tomar algo y luego cenar fuimos a dos de mis sitios favoritos por Antón Martín. El primero es un bar que cuenta con un interior de los años sesenta, un ambiente muy agradable y unos cócteles muy buenos. Desde allí, pasamos a un bar vasco para tomarnos unos pinchos y acabar nuestra noche de risas y cotilleo.
El día siguiente Ellie y yo fuimos al centro de Madrid para echar un ojo a las tiendas y mimarnos un rato. Luego subimos a la azotea de El Corte Inglés en Callao, pero el sitio estaba algo pegado así que al final volvimos a bajar a la calle y seguimos con las compras hasta cansarnos y bajar al lago de la Casa de Campo.
Compartimos una jarra generosa de sangría por las orillas del lago ya que teníamos que hacer un poco de tiempo antes de nuestro último plan del día. Al llegar la hora, volvimos al centro en el metro para ver el atardecer desde un mirador al lado del palacio real y la catedral de la Almudena.
El atardecer desde el sitio fue tan bonito como siempre. Vimos cómo cambió el cielo de azul a naranja brillante y luego cómo pasó a formarse de matices de morado y rosa al avanzar la tarde. Todo esto enmarcado por el palacio y la catedral – ¡una manera estupenda de ponerle lazo a otro día!
El día siguiente habíamos quedado en hacer unas tortitas caseras, así que pasamos la mañana friéndolas, rellenándolas con fruta y luego empapándolas con una cantidad generosa de sirope de arce de Vermont que me había regalado la madre de Megan cuando fui a visitarles en los Estados Unidos.
Tras nuestro desayuno pesado, Ellie y yo preparamos la comida para nuestro picnic y fuimos a coger el autobús hasta el Parque del Retiro. Buscamos un hueco en nuestra zona preferida del parque que tiene vistas sobre el estanque y nos sentamos para pasar unas horas picando, leyendo y conversando.
Una vez llenos de comida y cansados por el sol, recogimos nuestras cosas y salimos del parque. Al final echamos el viaje de vuelta a casa entero en pie para poder pasar por y así ver otros sitios bonitos por el camino. Descansamos un buen rato en el piso antes de salir a cenar, ¡una cena a la cual se apuntó Luis otra vez!
Nuestra cena en el restaurante italiano local fue tan graciosa como fue deliciosa, con un par de botellas de vino (compartidas, por supuesto) obligándonos a intentar recrear unos vídeos que había visto Luis en Instagram. Estos consistían en un truco de magia en el cual Luis levantó una servilleta para luego bajarla a revelar que se había cambiado por mí. Esto nos salió algo mal: Luis acabó en el suelo ¡y yo casi me caí también de la risa que esto me provocó!
El día siguiente decidimos tomarnos las cosas con calma de nuevo y preparamos unos batidos de fruta en casa a modo de desayuno. Nuestro plan original había sido alquiler unas bicis, pero no nos apetecía al final así que optamos a dar una vuelta tranquila por el río en su lugar.
Acabamos tomando algo rápido antes de volver a casa, donde nos echamos la siesta antes del plan que teníamos para esa noche. Nos reunimos con Sara en un bar local para cenar algo y tomar unas rondas de copas, después del cual pillamos un taxi y nos acercamos a mi karaoke favorito. A pesar de que Ellie no entendiera la mayoría de las canciones, lo dio todo y hasta le liaron unos chicos para que cantara una canción en español. ¡Fue muy gracioso!
Los dos nos encontramos un poco regulares el día siguiente, así que pasamos la mayoría de él descansando por casa antes de eventualmente encontrar las fuerzas para salir a dar una vuelta por la ciudad. Pasamos por una tienda para que Ellie pudiera comprarse algo que había visto unos días antes y luego pasamos por el palacio real y el oeste del centro para ver el atardecer.
Luego Ellie se fue el día siguiente por la madrugada y a mí me tocó volver a trabajar tras unos días de diversión tranquila. Me encantó volverla a coger en casa y ponerme al tanto con todo el cotilleo y noticias. Hoy en día se encuentra igual de liada que yo, siempre está viajando y haciendo de todo, así que nos suele tocar actualizarnos con todo lo pasado cuando por fin nos vemos.
A pesar de su salida, casi no pude descansar nada, ya que me tocó volver a prepara mi casa para recibir a otra visitante tan solo dos días después de que Ellie se fuera – ¡pero ya tocaré ese tema en la siguiente entrada de blog!