05.11.22 — Diario

PortAventura

Al irse Rhea, me quedaba otra semana laboral por hacer antes de volver a salirme da Madrid en la siguiente instalación de mis planes del mes de octubre. Este vez me tocó irme a Cataluña, con una primera parada en Barcelona.

Cogí el AVE a la capital catalana para reunirme con Danni, que se apuntaba al plan de subirse a atracciones y ver desfiles en el parque temático más famoso de España, PortAventura. Tras mis viajes recientes a los dos parques de Madrid, Parque Warner y el Parque de Atracciones, el mes estaba satisfaciendo bien mi obsesión por las montañas rusas.

Al llegar en la estación de Barcelona Sants, encontré a Danni esperándome tras su vuelo de Mánchester en Inglaterra por la mañana. Los dos salimos a tomar y picar algo en un bar al lado de la estación para aguantar el siguiente tramo del viaje. Este segundo tren nos llevó a Salou, el pueblo costero en el cual se encuentra PortAventura. Buscamos el piso que habíamos alquilado para el puente y nos echamos para descansar bien antes del día que en el parque.

El día siguiente fue el primero que pasamos en el parque. Nos despertamos temprano para desayunar algo y caminar los quince minutos hasta la entrada al parque. Una vez dentro, fuimos directamente a las dos montañas rusas más grandes en el fondo del parque: Dragon Khan y Shambhala. A pesar de unos tiempos de espera exagerados, nos subimos a las dos y luego comimos algo al lado de Shambhala.

Luego pegamos una caminata por el resto del parque y nos encontramos con la zona del oeste salvaje que contiene otra de las atracciones más famosas, Stampida. Antes de que se nos revolvieran los fideos que habíamos zampado en esta montaña rusa de madera de doble vía, nos subimos a su hermana menor, Tomahawk. Esta montaña rusa infantil se encuentra justo al lado de Stampida y su vía interactúa con su hermana mayor de una manera bonita.

¡Resulta que esta rusa montaña “infantil” tiene su fuerza a pesar de su clasificación! Lo más escandaloso fue la posición de su sección de fotos, que nos sacó una foto así de repente justo después de una bajada rápida en curva. Esto produjo una imagen bien graciosa que nos obligó a asumir el precio desorbitado para llevarnos una copia. Al final creo que valió la pasta…

Tras subirnos a Tomahawk, nos tocó pagarle una visita a su hermana mayor. La cola para Stampida fue muy larga así que ya era de noche cuando entramos en la estación en sí y subimos la rampa hacia donde uno se sube al vehículo. Se cundió un pánico y cabreo con la emisión de un aviso que la atracción se había roto, pero en nada ya la tenían en funcionamiento nuevamente, cosa que provocó gritos y aplausos de los que andábamos esperando subirnos.

Entonces nos tocó experimentar las subidas y bajadas y curvas de Stampida, que al final tiene que figurar entre mis montañas rusas de madera preferidas. La foto de la atracción no salió tan graciosa como la de Tomahawk, pero me dio igual ya que había podido sacar una foto de la estación bajo el cielo nocturno mientras esperábamos en la sección de frenos.

Desde aquí, nos subimos a otras atracciones menos intensas por la zona y luego nos subimos una última vez a Dragon Khan antes de acercarnos a la entrada del parque. Queríamos estar por el lago para ver el desfile nocturno de Halloween que empezaba a las 11pm, pero llegamos algo después. Por eso solo vimos pasar a algunas carrozas a lo lejos, por lo cual decidimos que otro día vendríamos algo antes para verlo bien.

El día siguiente andábamos agotados del primer día así que nos tomamos las cosas con calma por la mañana. Desayunamos en una terraza cercana y nos echamos a leer y descansar por el apartamento. Una vez de vuelta al parque, nos enfrentamos con unas esperas muy largas de nuevo, así que acabamos subiéndonos a otras atracciones mas pequeñas que tenían colas más normales.

Una de estas atracciones fue el tren, que tenía una cola pequeña pero luego tardó la vida en aparecer. Luego nos informaron que solo teníamos que bajarnos en la siguiente parada y que si quisiéramos seguir a la siguiente a esa que tendríamos que bajarnos, correr para buscar la cola y luego volvernos a subir. ¡Vaya ridiculez!

Luego descubrimos una área del parque que no habíamos explorado aún y nos subimos a dar una vuelta rápida (y compasivamente seca) en los rápidos. De allí volvimos a Stampida para subirnos a la otra de las dos vías. Es una montaña rusa de doble carril pero las dos vías no están conectadas, por lo cual técnicamente son dos montañas rusas en una.

Luego dije que quería volverme a subir a Shambhala, la montaña rusa del parque que más me había gustado. Danni se encontraba algo regular así que se quedó esperándome, pero por eso pude meterme en la cola más rápida para personas que se suben solas.

Este viaje por la noche en esta montaña rusa enorme fue una verdadera pasada. Soy muy de levantar las manos en las montañas rusas, pero mi primer viaje en esta bestia me había dejado tan alterado que había agarrado bien los mangos del arnés durante las primeras bajadas. Esta vez me vacié los bolsillos para asegurarme que el arnés me quedara bien ajustado, ¡lo cual me generó suficiente confianza como para experimentar todas las fuerzas g con las manos al aire!

Al bajarme de Shambhala ya era tarde, así que volvimos directamente al piso tras otro día de muchas atracciones y algún crepe de Nutella. En tan solo dos días se había vuelto costumbre que zampáramos estas delicias dulces cada noche. ¡Hasta el personal del puesto de crepes nos reconocieron!

Cuando el personal del puesto de crepes ya te reconoce tras tan solo dos días, puede que tengas un problema…

El día siguiente era el tercero y el último que estaremos por el parque. Decidimos arrancarlo con una visita al parque secundario y más pequeño, Ferrari Land. La atracción principal de este parque es Red Force, la montaña rusa más alta (800 m) y rápida (180 km/h) de Europa que se supone que simula la sensación de estar en un coche de F1.

Nos sorprendió mucho ver que la cola para esta atracción salía del laberinto de espera y daba la vuelta por casi la mitad del parque. Las pantallas ponían que había una espera de dos horas, pero dada la longitud de la cola y la capacidad limitada de la montaña rusa, sabíamos que estaríamos esperando un mínimo de cuatro horas. Por eso decidimos volver al parque principal con la intención de volver a Ferrari Land más tarde.

Ya de vuelta a PortAventura, nos metimos en la cola de Furius Baco, una montaña rusa lanzada con vehículos que te posicionan en los dos lados de la vía en vez de encima como suele ser. La espera ya larga para esta atracción se hizo más larga aún gracias a una avería. Por eso, al salir de Furiuc Baco ya se estaba cerrando Ferrari Land, ¡así que ya te puedes imaginar que actualmente estoy peleando con PortAventura para que nos devuelvan algo del dinero que pagamos para entrar en Ferrari World!

Para animarnos un poco, fuimos al otro lado del parque para subirnos a unas atracciones más tranquilas que nos gustaban aún así. Entre estas figuró el tiovivo que habíamos visto y cuya musica habíamos escuchado mucho pero al cual no nos habíamos subido. Después nos acercamos a la zona infantil, donde pegamos un viaje en una atracción que te dejaba ir a la deriva mientras daba vueltas a toda leche. ¡Nos gustó bastante!

Esa tarde nos aseguramos de llegar con tiempo para conseguir un buen sitio para ver el desfile. A las 11pm empezaron a pasar las carrozas acompañadas por el sonido repetitivo de su canción de Halloween que tenían puesta en bucle. Nos quedó grabada en la cabeza – ¡escúchala en YouTube y nos entenderás!

Cuando pasó la última carroza, nos unimos al desfile y bailamos y cantamos hasta salir del parque por la última vez. Habíamos pillado un sitio cerca de la entrada para poder salir con facilidad y meternos en la cama lo antes posible – ¡los tres días de pie en el parque ya se iban notando!

El día siguiente pasamos una mañana tranquila de hacer la maleta y desayunar por el piso. Tuvimos que salir a mediodía así que bajamos a la playa para echarle un ojo y comer algo. Al final acabamos comiendo en el McDonald’s ya que el resto los restaurantes eran la típica oferta turística con comida cara e importada para visitantes británicos.

Después de comer, pillamos un taxi para que nos llevara a la estación de tren de Salou. Allí cogimos el tren de vuelta a Barcelona, un viaje tranquilo que nos dio la oportunidad de volver a escuchar la canción del desfile y echar un ojo a mis creaciones en RollerCoaster Tycoon.

Una vez en Barcelona, teníamos un para de horas antes de que se tuviera que ir Danni al aeropuerto para coger su vuelo de vuelta a Inglaterra. Pillamos el metro a Barceloneta, un barrio de la ciudad que me gusta por sus calles pequeñas y numerosas que acaban en la playa principal. Encontramos una plaza tranquila para tomarnos un par de cañas y hablar un rato.

Luego tuve un par de horas yo solo, así que bajé a la playa a ver el atardecer sobre el mar. El frío luego descendió y empezó a molestar, así que volví a las calles estrechas de Barceloneta para picar algo y leer mi libro.

Acabé instalándome en un bar pequeño y mono. Pedí una cerveza, media ración de queso y la mejor tomaca (pan con tomate) que hubiera probado jamás. No sé como un plato así de sencillo puede saber tan bien, pero fue así. Por eso casi me eché a llorar cuando se me cayó un trozo, cosa que también consiguió mancharme la camiseta, los vaqueros y mi mochila en su camino hasta el suelo. ¡Menuda suerte la mía!

Tras leer más de mi libro vestido en mi camiseta blanca obviamente mancha con tomate, tuve que hacer una danza complicada en el baño enano para poder ponerme otra camiseta y lavar el tomate y aceita de los vaqueros. Tras conseguirlo, volví a la estación de metro donde me subí a dos trenes que al final ni se movieron. Frustrado, acabé teniendo que coger un taxi a la estación de Barcelona Sants para no perderme el tren de vuelta a Madrid.

Al final no me perdí el tren, cosa que no pude hacer ya que era el último tren del día con destino a la capital. Llegué justo después de la medianoche y acabé andando a casa ya que andaba picado por haber tenido que pagar un taxi en Barcelona.

A pesar de estos dramas y las colas exageradas en el parque, me lo pasé fenomenal con Danni en Barcelona y PortAventura. Comentamos que tendremos que volver en algún momento para explorar más Salou y asegurarnos de subirnos a Red Force. ¡Incluso podríamos ir en verano para así atrevernos a subirnos a los leños de agua!