07.01.24 — Diario

Muchas luces de Navidad

Después de aterrizar en Madrid tras una visita alargada al Reino Unido, me quedó trabajar un solo día antes de arrancar un puente lleno de planes. Empecé el festivo con una comida con Félix, la cual tuvo lugar en un bar bonito del barrio que nunca había visitado antes.

Nuestro brunch fue tan delicioso como era bonito.

Una vez acabado mi plato de salmón y un batido fresco, cogimos un bus al Parque del Retiro. Nuestra vuelta por allí nos llevó a describir un intercambio de libros que nunca había visto antes. Ahora queda claro que lo que me había imaginado que sería un concepto moderno realmente se lleva haciendo durante un tiempo.

En esta «Biblioteca Popular» encontré unos libros de texto de matemáticas que me recordó al instante a mi infancia, siendo ellos los mismos que usamos con tenía 10 años al estudiar para unos exámenes estandarizados. Literal, fueron el modelo británico en inglés. ¡Menuda casualidad!

Nuestro paseo también nos llevó por el Palacio de Velázquez, una sede satélite del Reina Sofía, uno de los museos de arte principales de Madrid. En todos los años que llevo viviendo en la ciudad, nunca había pisado este lugar, así que nos metimos a ver que había.

La exhibición parecía explorar el espacio, el color y los materiales a través de una colección interesante de telas de color colgadas desde el techo alto. La explicación del concepto que había detrás me parecía un poco exagerada, pero aún así era bonito y siempre gusta explorar un nuevo sitio.

Una pelota blanca sobre un fondo amarillo.

Al salir del parque nos acercamos al Palacio de Cibeles, una punto de referencia en la ciudad que descubrí al visitar Madrid por primera vez en 2015, pero otro sitio que nunca había podido explorar por dentro. Me había enterado de una exhibición gratuita que me interesaba mucho, ya que reunía dos de mis pasiones: la iluminación y la tipografía.

«No va a quedar nada de todo esto» presentó una serie de rótulos y parafernalia de tiendas, bares y restaurantes ya cerrados. Había un enfoque especial en los rótulos iluminados y neones de antaño, cosa que me encantó. Fue una experiencia maravillosa montada por Paco Graco, un colectivo que se dedica a la conservación del patrimonio gráfico de Madrid.

Resulta que el Cibeles en igual de bonito por dentro como por fuera.

Me encantó la exhibición, aunque realmente ya no tenía que irme muy lejos para disfrutar un espectáculo de luces, aunque fuera algo más pequeño. Ya se acercaba la Navidad y Reyes, por lo cual dediqué un fin de semana a llenar mi piso con espumillón, bolas y muchas luces de Navidad. Así podía disfrutar de estar sentado en mi salón a pesar del frío intenso que cunde en Madrid durante estas fechas.

Era un poco demasiado, pero es la época de los excesos.

Con la casa ya montada, pasé quince días poniéndome al tanto con mis amigos. Disfruté de unos desayunos y paseos con Pedro, una comida de hamburguesas sabrosas con Hugo y Sergejs y luego una tarde de hotpot chino con Sara, Rocío e Irene. Fue una manera preciosa de ponerle fin al año aquí en la capital.

La Navidad ya estaba a la vuelta de la esquina, así que os contaré más sobre eso en mi siguiente entrada de blog. ¡Felices fiestas!