10.11.20 — Diario
Paseos y festines
Otros quince días han pasado y mucho ha acontecido, tanto en mi vida personal como en todo el mundo. Desde la mudanza a la nueva oficina al final esperado de la era de Trump, han sido un par de semanas ajetreadas que han pasado volando otra vez, ¡así que me toca poneros al día!
Como mencioné, la mudanza ha marcado los primeros días en la nueva oficina de Erretres, que ha supuesto una mezcla de trabajo manteniendo la distancia social, videollamadas desde todos los rincones de cada sala y bastante tiempo pasado intentando localizar los platos grandes en la nueva cocina. Con dos nuevas incorporaciones en el equipo, también he tenido la oportunidad para socializar, comiendo en la oficina y también en los restaurantes que la rodean.
Además de estos nuevos restaurantes, la nueva ubicación también ofrece unos cuantos beneficios más, uno de mis favoritos siendo la posibilidad de coger una bici de BiciMad (la red de bicis de Madrid) de la estación que se encuentra al lado. El paseo a la estación también me lleva a la entrada del Parque del Oeste, que ofrece vistas preciosas sobre el oeste de la cuidad.
El finde pasado consistió en un puente de tres días gracias a la celebración del Día de todos los Santos que luego dio paso a Halloween. Para celebrar esta fiesta estadounidense este año nos tuvimos que poner creativos, así que Danni, Abi y yo revivimos un concepto que creamos durante la cuarentena: ¡un quiz de disfraces virtual! Una vez más nos conectamos a la videollamada totalmente disfrazados, ¡y el resultado fue tan gracioso como la última vez!
Después de acabar en último lugar en el quiz, pasé el domingo siguiente pasando por el centro de la cuidad en bici. Mi ruta me llevó al norte de la cuidad y a la tienda británica para comprar más Vimto, una bebida de frutas que casi se me había gastado. ¡Desastre evitado!
Como comenté, el lunes siguiente fue festivo así que pensé descansar, pero Sara no me iba a dejar, y me sacó de la casa y a un barrio en el norte para comer. Tras reunirme con ella fuera de la sede enorme de las fuerzas áreas, vagamos por las calles de un barrio que nunca había visitado, y acabamos tomándonos un vermú con unos rollitos de primavera y unos huevos rotos con pollo y cebolla caramelizada en una terraza por allí.
Tras unos vermús con Sara, que naturalmente se convirtieron en una tarde entera de picar y beber, empezó la semana laboral. Fue una semana ajetreada para el equipo, pero hizo que el viernes sentase mucho mejor y nos llevó a otro finde de tres días.
Arranqué el puente con una cena con Jhosef, su hermana y el novio de ella el viernes por la noche. Los cuatro acabamos en un restaurante en Chueca que habíamos visitado Jhosef y yo hace unos meses, y allí nos hinchamos de una tortilla de patatas llena de gambas al ajillo y un plato de morcilla con pimientos y huevos de codorniz.
El sábado siguiente fue un día bastante tranquilo, y aproveché para hacer la compra semanal y realizar una limpieza profunda del piso – un par de tareas mundanas que en realidad me gustan bastante. Una vuelta por mi Mercadona local siempre da gusto ¡y no me importa nada pasar un rato limpiando mi ducha si lo puedo hacer mientras escucho Lorde a todo volumen!
El domingo fue un día mucho más animado, sin embargo, ya que había quedado en poner una comida en mi casa. Al principio solo había invitado a Sara, que dijo que llevaría una botella de vermú, pero al ver la cantidad de comida que había preparado ¡decidí que mejor invitar a Jhosef también!
El problema del exceso de comida no se resolvió al final, ya que Jhosef llevó una lasaña deliciosa que compartimos entre los tres junto con toda la comida que sale en la foto de arriba. Después de un buen rato hablando y picando en el festín, el vermú empezó a tener su efecto, y acabamos cantando una lista de Spotify mía de temazos españoles de los 70 y 80.
Cuando Jhosef se tuvo que ir, Sara y yo encendimos las luces de color y pasamos un rato gastando nuestra energía al bailar las canciones míticas de los Vengaboys, lo que nos recordaba de las noches que pasamos en Leeds bailando semejantes temazos con nuestro amigo Kevin. Al acabar mi playlist de canciones de mi infancia, los dos acabamos tumbados en el sofa, zampando las sobras de comida y viendo un par de capítulos de Derry Girls.
Luego había pensado en pasar el lunes avanzando el diseño de mi nueva web y escribiendo (y traduciendo) esta entrada de blog, pero al final me vi obligado a pasar por IKEA para comprarme una lámpara de escritorio y gastar cada vez más pasta en llenar mi piso de plantas. Dicha travesura se logró, así que ahora mi escritorio se ve completo ¡y he dado la bienvenida a ocho nuevas adiciones a mi familia de plantas!
Así concluyo una vez más otra actualización sobre las tonterías de los últimos quince días, y estoy seguro que habrá muchas más ahora que vamos contando los días hasta Navidad. Sigo esperando volver a Inglaterra para pasar las fechas con mi familia, pero con la entrada de Inglaterra en una segunda cuarentena, tengo que ir mirando la situación de un día al otro.
No poder asistir a ninguna celebración de Bonfire Night (una celebración británica en la que montamos hogueras enormes y lanzamos fuegos artificiales por todos lados) me dejó un poco de bajón, ya que tengo buenos recuerdos de acercarme a multiples hogueras tanto con mi familia como con mis amigos en Leeds. También la veo como la única fiesta cien por cien británica que se celebra que no tiene nada que ver con las fechas claves de la monarquía actual. Pero bueno, como bien dijo mi padre: ¡tendremos que duplicar el tamaño de las hogueras el año que viene!
Para concluir: Halloween se acabó, Bonfire Night se pasó sin celebrarse y Trump se va de nuestras vidas. Con su salida de la Casa Blanca y lo poco que queda para Navidades, las cosas al parecer ya van mejorando poco a poco. Aunque tengo que reconocer que he tenido bastante suerte comparada con muchos, ¡creo que ya andamos deseando todos que este año llegue a su fin ya!