04.01.23 — Diario

Nuestra navidad en Lancashire

Mencioné en la anterior entrada de blog que ya estaba por Inglaterra para celebrar la navidad con mi familia, cosa que la llevo haciendo cada año sin falta desde que me mudé a España. Tras un viaje casi catastrófico gracias a un susto en el aeropuerto de Madrid, luego pude disfrutar de unos días de relajación en familia.

El primer día entero que pasé en Burnley fue la Nochebuena. Tras una mañana de vagueo por casa, los cuatro salimos a dar un paseo por el campo como solemos hacer. Esta excursión nos llevó al embalse, donde nos sentamos un rato a hablar. No hay sitio mejor para ponerse al tanto que con las vistas sobre el agua y la silueta del campo en el fondo.

Los tres sin ni darnos cuenta nos habíamos vestido de los colores primarios…

La casa y el árbol lucían navideños al llegar a casa por la tarde.

Luego descansamos con una lasaña vegetariana preparada por mi hermana, tras la cual nos acercamos al pub para tomarnos una cerveza como es tradición en mi casa en Nochebuena. Nos topamos con unas caras conocidas en el pub y nos echamos unas risas sobre un gintonic, aunque yo me quejaba de lo pequeño que era…

Después de eso, ¡tocaba volver a casa y esperar a que llegara Papá Noel!

El día 25 en mi casa siempre lo hacemos de otra manera, ya que mi madre suele trabajar por la mañana. Esto nos obliga a abrir los regalos por la tarde y dejar la cena tradicional para el día siguiente, el 26. Este año aprovechamos la mañana para ir a ver a mis abuelos paternos. A pesar de tener que despertarme a una hora indecente el día de la Navidad, fue bonito poderlos ver y también toparnos con mi tío por el camino.

Los cuatro luego fuimos reunidos en casa por la tarde al llegar mi madre del trabajo. Esto permitió que arrancásemos las actividades navideñas, entre ellas el intercambio de regalos graciosos y la pereza generalizada causada por la cantidad de chocolate que siempre se zampa en Navidad. Acabamos el día como ya es costumbre en nuestra casa, ¡con una cena india de un restaurante local!

El día siguiente en Inglaterra se llama Boxing Day, y es el día que en mi casa se hace la cena de Navidad. Esta empezó – como siempre – a la hora de comer. Mi madre preparó a la perfección una crema de coliflor según la receta secreta de una amiga de la familia. A continuación cenamos pavo que asó mi madre y que sirvió su servidor. Después de tantos años, mi madre y yo ya hemos perfeccionado el baile delicado de servir los varios componentes del plato para que llegue a la mesa tal cual le gusta a mi familia comerlos – ¡echando humo!

Luego nos sentamos en el salón para participar en otra costumbre navideña de la familia Briggs que empecé yo, un concurso de conocimiento general. Con la excepción de una pequeña discusión sobre la definición de la Europa continental, el concurso se llevó a cabo sin problema y acabó en un empate entre mi madre y mi hermana.

Un par de días después, tuve que volver a madrugar para salir temprano de casa. Bueno, fueron las 10am, pero creo yo que es demasiado temprano para estas fechas. Pero fue con razón buena, ya que había quedado con Abi y Danni para que fuéramos los tres a Blackpool, una ciudad costera única en todo el mundo.

Bajo el cielo gris del invierno, ¡Abi estaba muy emocionada por estar en Blackpool!

Teníamos un día ajetreado pensado alrededor de la actividad principal: una escape room que los dos me habían comprado como regalo de cumpleaños en abril. Nunca había hecho una así que estaba algo nervioso para ver como sería. Bueno, a pesar de tener que enviar un email para pedir que dejaran desbloqueada la puerta – me pongo muy claustrofóbico – ¡me lo pasé pipa! Las capacidades analíticas de Danni, el conocimiento matemático de Abi y mi dominio del lenguaje ¡hicieron que los tres formáramos un equipo bastante potente!

Tras escaparnos de la sala, nos fuimos a comer y luego de compras. Acabamos en un sitio que figura entre mis atracciones favoritas de Blackpool, una ciudad muy cutre que era un sitio guay para irse de vacaciones en los años sesenta y que ahora se encuentra en un estado rarísimo de medio abandono. Fuimos a una sala de juegos para revivir nuestras infancias gastando monedas de 2p (dos peniques) en máquinas tontas para intentar ganar premios tontos. ¡Fue una pasada!

Abi y yo estábamos bien emocionados al gastar nuestros peniques.

Al salir de Blackpool, cogí unos palos de rock, un dulce tradicional de la ciudad, a modo de regalo para mis amigos aquí en España. También divagamos del camino directo a casa para pasar por las Iluminaciones de Blackpool, una serie de iluminaciones de unos 10km que adornan el paseo marítimo. Esto me supuso otro recuerdo bonito, ya que me acuerdo de muchas tardes de diciembre que pasé con mi familia en el coche con la cabeza extendida por el techo corredizo, viendo los miles de bombillas que forman las iluminaciones.

También hicimos nuestro intercambio de regalos anual, para el que intentamos siempre comprarnos los regalos más graciosos con un propuesto de £10. Gracias a las risas y la emoción provocadas por el intercambio, se me olvidó recoger el rock que había dejado en el maletero del coche de Danni. ¡Menuda faena!

Esto hizo que mis planes para el día siguiente se encontrasen ya determinados: tuve que acercarme a la casa de Abi para recoger mi bolsa de Blackpool rock. El viaje fue un poco coñazo gracias al servicio regular de autobuses que ofrece Burnley, pero por lo menos me llevó por unos caminos bonitos por zonas de la ciudad que antes desconocía.

El árbol que se me había caído encima en el vivero al final había quedado bonito en casa.

Luego pasé la última noche en Burnley con mi familia en el salón, donde hablamos un buen rato y nos tomamos una última copa antes de que me fuera el día siguiente. Pero ¿adonde iría? ¿Dónde pasaría la Nochevieja? Bueno, eso lo dejo para la siguiente entrada en este blog…