07.12.21 — Diario

Noches de sushi y karaoke

Tras la visita de Danni hace unas pocas semanas, el mes de noviembre ha pasado bastante rápido, y con ello unos findes de aventuras. El día antes de la llegada de Danni, me llegaron unas nuevas botas de Dr. Martens, así que aproveché del viaje al aeropuerto para empezar a ablandarlas – ¡y también porque hacían juego con mi bolsa! También pasé unas noches dando vueltas por mi zona y quedando con varios amigos en casa.

Un viernes después de un día ocupado de hacer shooting fotográfico en la oficina, me reuní con Sara para cenar fuera. Había sugerido un restaurante japonés que había visto yo algunas veces antes, un sitio que resultó ser una especie de bufet libre en el cual se pueden coger platos pequeños que van pasando en una cinta. Nos lo pasamos muy bien, hinchándonos de sushi antes de salir a tomar un par de gintonics por la ciudad.

También pasé un buen rato realizando una limpieza profunda de mi piso, la cual supuso la reunión de todas mis plantas para que les diera mimos (es decir, quitar hojas muertas y echarles agua). También me puse cocinillas un día al intentar hacer un desayuno británico antes de ponerme a cocinar unos tallarines por la tarde.

Con la llegada de la siguiente semana laborable tenía otro plan emocionante: el miércoles bajé a Antón Martín en bici para verme con unos ex compañeros en su nueva oficina. También se acercó Luis, y los cuatro nos pusimos al día con una copa de vino en la mano. Desde allí, subimos al piso de un amigo para seguir con la noche, luego acabamos en un bar castizo para tomarnos un pincho de tortilla y una última copa de vino.

Para acabar bien esa semana, unos compañeros y yo nos fuimos a Citynizer Plaza, donde nos tomamos unas copas para celebrar el cierre de algunos proyectos. Las frivolidades de ese fin de semana luego continuaron con una visita de Sara, una quedada que sustituyó nuestro plan original de salir de karaoke ya que aún andaba con sueño tras la noche en Citynizer la noche anterior…

La semana siguiente, pasé unas noches más ablandando las botas nuevas. Una tarde pasé por la nueva Plaza de España en bici y también pasé unas cuantas noches caminando por mi barrio – encontrándome con este callejón turbio que nunca había visto antes…

El otoño madrileño es muy bonito pero terriblemente frío, aunque no lo parezca.

Como descanso entre tantas noches de caminar, una tarde bajé al piso de Luis, donde habíamos quedado con su amiga Carmen para pasar una noche de vino, ramen y cotilleo. Tras una tarde muy agradable con los dos, mi racha de salidas continuó el día siguiente ya que Sara y yo habíamos reprogramado nuestra noche de karaoke. Primero salimos a dar une vuelta por Tapapiés, una ruta de la tapa por el barrio de Lavapiés, y luego tomamos unos gintonics antes de acercarnos a mi karaoke preferido.

Después de una noche de energizar al público con nuestra presentación de “Wannabe” de las Spice Girls, los dos pasamos el domingo recuperándonos antes de pasar a otra semana laboral. Mi semana iba a ser algo distinta, sin embargo, ya que el jueves por la tarde salía de Madrid a pasar el finde en otro lugar – ¡pero guardo esa historia para la siguiente entrada de blog!