31.08.19 — Diario
Iluminando Valencia
Según mencioné mil veces en mi última entrada de blog, uno de los mejores momentos de mi viaje a Valencia fue la segunda noche que pasé con mi amigo Roberto, ¡durante la cual instalamos y jugamos con muchas guirnaldas! Montamos el espectáculo en el patio de la casa de sus abuelos, y me aseguré de sacar muchas fotos – ¡preparaos para una entrada bastante visual!
Previamente hablé de que a Roberto también le fascina la iluminación desde pequeño, por lo cual él también ha reunido una collection inmensa de luces con el paso de los años. A pesar de la semejanza entre su pasión y la mía, los dos tenemos un enfoque un poco distinto: siempre me ha intrigado el acto de diseñar el ‘espectáculo’, y por eso he coleccionado un rango de luces de teatro/disco, mientras que a Roberto le interesa más las guirnaldas navideñas y el lado técnico de todo.
Eso significa que, para empezar las actividades de la noche, me esperó algo muy emocionante: ¡cajas y cajas de bombillas! Algunas eran muy antiguas y sin duda muy raras, y casi no pude contener mi emoción al asumir el trabajo de abrir las cajas, probar las bombillas y organizarlas para ser usadas.
Mientas pasé el rato alegremente probando las bombillas en un rincón, Roberto montó los últimos alambres que luego usaríamos para colgar las guirnaldas, y luego nos pusimos a instalar el sistema que había creado. Esto consistía en un par de guirnaldas que eran muy estándares a primera vista, pero había un diferencia: un atenuador de luz en medio de cada una.
Me encantaría explorar los detalles técnicos de cómo funcionaba la cosa, pero en esta entrada de blog voy a resumir diciendo que pudimos controlar cada cuarta bombilla. Eso nos dejaba utilizar cuatro colores de bombilla y controlar cada color individualmente en la guirnalda, algo que hicimos a través de un sistema de DMX.
Una vez montadas las luces y conectado todo, freímos un poco de chorizo y patata que habíamos comprado, inventándonos el plato en el acto. Cenamos mientras esperamos que el cielo se oscureciese, disfrutando de unas canciones y una copa de vino mientras se puso el sol.
La noche se volvió interesante una vez llegada la oscuridad total, con tan solo la luz de la luna que iluminó parte del patio cuando se apagaron todas las luces. Fue en ese momento que pudimos apreciar los frutos de la esfuerza que habíamos hecho – bueno, después de un problema con los transformadores que usamos para alimentar las bombillas estadounidenses de 110 voltios (en Europa usamos 240 voltios).
Los que me conocéis bien sabréis, después de ver las fotos presentadas hasta ahora, que yo estuve en mi elemento. Los que no me conozcáis tan personalmente, creedme cuando digo que sueño en hacer esto durante todos los días del resto de mi vida, ¡da igual lo extraño y nicho que sea!
Quedan muchas fotos más por ver, sin embargo, así que continuemos. Verás en la foto de abajo que también instalamos un par de focos de LED en el sistema, los cuales están ubicados en frente del hueco negro que es la puerta de acceso al desván que exploré en mi última entrada de blog.
Al seguir adelante la noche, Roberto fue a ducharse, así que tuve media hora para jugar con las luces a solos. Me senté detrás de la mesa de control, puse unas canciones atmosféricas y empece mi actividad favorita: el diseño de iluminación. Esto consistió en mezclar colores para crear ambientes, hacer que las bombillas ‘bailasen’ con la música y tonterías como hacer que todas las luces parpadeasen todo a la vez. Fue maravilloso.
No puedo enfatizar suficientemente lo bonito que fue estar con buena compañía, desconectado del mundo y rodeado por luces. La noche, junto con las otras tonterías que hicimos durante mi estancia corta en Valencia y Caudete de las Fuentes, crearon unas vacaciones perfectas para contemplar y relajarse.
Una vez más, entonces, tengo que dar las gracias a Roberto y su familia por ser tan generosos como para dejar que me quedase en su piso y casa familiar. Habíamos hablado de reunirnos en Valencia para hacer esto durante mucho tiempo, pero realmente estar en la mitad de la nada y volver a conectar con una pasión de mi infancia hizo que los cuatro días fuesen más divertidos que lo que me podía imaginar.
Dicho eso, espero que os hayan gustado las fotos, y tengo ganas de volver pronto para poneros al días con más noticias de otro verano loco de mi vida ocupada – ¡hasta luego!