21.07.19 — Diario
Herzo y Kerwa
Puede que las palabras extrañas que forman el título de esta entrada de blog te hayan dejado pensando en de que irá la misma. Creo que no lo mencioné antes de irme, pero las dos palabras alemanas se refieren al hecho de que ¡pasé el finde pasado en Alemania!
Supe que mi amiga Luisa iba a pasar el verano en su ciudad natal, Herzogenaurach (Herzo para abreviar), y un grupo de nosotros habíamos hablado de ir para asistir al festival de cerveza que sucede en el pueblo. Fui con un grupo de amigas hace cuatro años, y lo pasamos fenomenal, bailando y cantando todos los temas alemanes y internacionales. Por eso, tenía muchísimas ganas de volver al Sommerkirchweih (el festival de cerveza, Kerwa para abreviar) y tener una jarra enorme de cerveza en la mano.
Tras dejar la organización de la visita hasta la ultima hora, por suerte encontré unos vuelos baratos a Nuremberg, así que embarqué hace una semana, y aterricé en la noche para que me recogieran Luisa y su familia del aeropuerto.
Bueno, llegamos a Alemania con las noticias que, debido a una tormenta local y lluvia intensa, no pudieron desembarcarnos del avión. Por eso pasamos media hora sentados y muy incomodos en el avión, pero una vez desembarcado, no tardé mucho en salir del terminal para ser recibido en abrazos por Luisa, sus padres y su hermana Evie.
Cuando llegamos a su casa en Herzo, hicimos una sesión de probar unas bebidas que habían comprado, incluyendo un vodka de lima y fresa y una bebida con sabor a Waltmeister, una hierba alemana que me gusta mucho. Por qué ya era tarde, sin embargo, no tardamos mucho en acostarnos, y yo me fui a dormir después de unas bebidas y un plato delicioso de pollo casero hecho por Luisa.
La mañana siguiente se pasó vagueando por la casa, durante la que disfrutamos un desayuno delicioso puesto por los padres de Luisa. Una vez habíamos comido pan, pretzeles y carnes curadas, subimos al coche y fuimos a su heladería favorita. Una vez allí tuve que pedir un Spaghettieis (un helado con forma de espaguetis), ¡un plato favorito mío desde que lo probé durante mi primera vez en Herzo y luego otra vez en Tenerife!
Una vez devorado el helado delicioso, volvimos a su casa, en donde pasamos lo que quedaba de la tarde hablando, viendo mi árbol familiar online y acariciando sus dos gatos preciosos. Sobre las seis, sin embargo, tocaba empezar a prepararnos para salir al evento principal – ¡el festival de cerveza!
Después de una cena deliciosa de salchichas alemanas y vestirnos para la noche, salimos debajo de unas nubes tormentosas y hacia el bosque en el que se ubica la gran fiesta.
Nos recibieron los sonidos de un grupo local tocando una selección de música internacional, el olor exquisito de salchichas y un aguacero ¡para el cual no andábamos preparados! En breve dejó de llover, así que encontramos un sitio en que sentarnos y fuimos a coger la primera ronda de cervezas.
Bueno, parece que enfadamos a los dioses de la lluvia al beber la primera cerveza, porque volvieron a abrirse los cielos, decididos a calarnos. Bastante contentos en este momento, sin embargo, no nos perturbaba este segundo aguacero. Evie y yo nos quedamos en la mesa, ¡bailando durante los peores momentos de la lluvia!
Menos mal que la lluvia no duró mucho, y después un tío con una escobilla de goma pasó por las mesas, quitando el agua de las mesas y los bancos – ¡qué nivel de organización! Tras bailar durante la lluvia, ya era hora de empezar a sacar unas selfies, en las cuales salimos todos fatales…
Mientras todo el mundo seguía tomando y el sol se ponía, el ambiente empezó a levantarse, y dentro de poco todo el mundo se levantó para bailar en los bancos. Cantamos unos clásicos de Robbie Williams y Cher, y saqué muchas fotos que documentan la tarde, pero me quedaré con ellos para mantener la dignidad de todos…
La noche, que ya era muy divertida, luego entró en su fase más entretenida. No puedo describir la hilaridad de bailar encima de los bancos, una cerveza en la mano y intentar usar el poco de alemán que me sé al hablar con un grupo de compañeros que bailaban en el banco al lado de nosotros. ¡Es realmente una experiencia única que tiene que vivirse para apreciarse!
Dicho eso, os dejo una de las ultimas fotos de la noche, que saqué al caerme del banco mientras intentando sacar una foto de Luisa y Evie…
Cuando la banda terminó su actuación, era hora de que todos empezasen a irse a casa, y eso hicimos. A Luisa, Evie y yo, sin embargo, no nos apetecía terminar la noche tan temprano, así que fuimos a un restaurante y club para seguir bailando.
No hace falta decir que el día siguiente no tuvimos prisa de despertarnos, pero una vez levantados, pasamos el día vagueando por la casa y jardín, disfrutando el tiempo agradable y una comida deliciosa.
Ya que subía la temperatura durante la tarde, sugerí que saliésemos a pasear por el centro bonito del pueblo, un paseo que terminaría en otra heladería. El camino sirvió para aclarar mi cabeza un poco, y también me dio la oportunidad de sacar mas fotos de Herzogenaurach.
Pedí otro Spaghettieis al llegar a la heladería, el cual disfruté en la terraza mientras esperábamos los tres la llegada de una amiga que llevo mucho sin ver – ¡Tina! La ultima vez que la vi fue durante mi segundo año universitario, cuando vino a quedarse en nuestra casa.
Después de su llegada y ponernos al día, nos llamaron los padres de Luisa para decirnos que volviésemos a casa ¡porque habían preparado una barbacoa! Tras volver en el coche de Tina, desafortunadamente tuvo que irse pronto, así que nos despedimos de ella y luego disfrutamos de una selección de carnes y ensaladas caseras.
Aquella noche habíamos quedado para volver al festival de cerveza, por lo cual nos pusimos a prepararnos para otra noche en el bosque. Era la ultima noche del festival, así que nos dijeron que habría un espectáculo de fuegos artificiales, así que no tuvimos prisa en salir de la casa.
Llegamos a la fiesta y nos recibió un grupo de amigos de la familia de Luisa. Después de coger la primera cerveza de la noche, ¡me presentaron a un tío que también estaba visitando de Madrid! Nos pusimos a charlar en español, pero fuimos interrumpidos por la noticia que el espectáculo de fuegos artificiales era inminente.
Todo el mundo se unió en la feria del festival para ver el espectáculo sobre los árboles, después del cual yo suponía que habría más música y festividades. Ya se había cantado la canción “Angels” por Robbie Williams, sin embargo, yo todo bueno asistente al festival sabe que eso señala el fin de la noche.
Saliendo del festival nos encontramos con unos amigos de Luisa, así que al final nos quedamos un buen rato charlando y acabando nuestras cervezas. No llegamos a casa tarde, así que tomamos una pausa para tomar otra copa antes de irnos a dormir.
El día siguiente fue mi último en Alemania, y ya que volaba desde Nuremberg, tenia sentido pasar el día explorando la ciudad. Eso hicimos, parando en unas tiendas de arte, en otra heladería y en un puesto en un mercado en donde ¡comí uno de los mejores kebabes que he comido jamás!
Demasiado pronto, sin embargo, me tocó volver al aeropuerto, así que los tres subimos al metro que nos llevó al terminal pequeñísimo. Allí me despedí de Luisa y Evie al pasar por el control de seguridad, y luego tuve que esperar dos horas en el terminal vacío.
Como mencioné antes, es imposible describir cuánto se divierte con Luisa y su familia en el festival, así que no hay porque seguir hablando del tema – pero que sepáis que ¡lo pasé fenomenal!
Tengo que dar muchísimas gracias a los padres de Luisa, quienes me acogieron en su casa, me recogieron del aeropuerto, me conducían a todos lados, me invitaron a comer y mucho más. Entre la emoción de las fiestas y la visita a Nuremberg, también pude relajarme cuanto quería, lo que necesitaba después de una semana ocupada, y lo caul fue fácil de hacer ya que me sentía tan bienvenido.
Ahora estoy en Madrid, pasando el sábado haciendo actividades mucho menos divertidas como deshelar mi congelador y fregando mi piso, pero aún tengo los vídeos graciosos en mi móvil y unos buenos recuerdos de un finde fabuloso. Espero volver a Alemania pronto, y espero también ver a la familia Smith en Madrid dentro de poco – ¡pasé el finde diciendo a Luisa que volviese a Madrid!
A ver qué pasa durante las próximas semanas del verano madrileño – ¡hasta la próxima entrada!