23.09.22 — Diario

Bread & Puppet

Tras una serie intensa de actividades el día anterior, me sorprendí al despertarme como nuevo. Con esta energía renovada, Megan y yo salimos de casa temprano para desayunar en la casa de sus padres y así despedirnos de Scott antes de que se fuera a Croacia.

Maureen hizo unas tortitas alemanas según una receta familiar antigua. Las acompañamos con una combinación deliciosa de canea, manzana y sirope de arce. Megan me enseñó cómo se deberían rellenar y enrollar para disfrutar de este desayuno fusión entre la cultura alemana y vermontesa.

Luego nos despedimos de Scott y salimos a ver “Bread & Puppet”, algo que yo ni sabía que era. Maureen había dicho que era una cosa muy política y Megan comentó que era muy extraño, así que yo estaba intrigado para ver que nos esperaba.

Tras conducir un buen rato, empezamos a llegar a nuestro destino y vi un cartel que ponía “circo”, así que me empecé a preguntar justo qué iba a ser que íbamos a ver. Al aparcar en un campo vi que había gente sentada en una especie de anfiteatro en la cuesta de una colina, pero tuve que ir al baño antes de acercarme a ellos. Los aseos consistían en un hoyo en una tabla de madera dentro del cual tenía que hacer mis cosas antes de echarle serrín encima – ¡menuda experiencia!

Megan lucía resplandeciente con tantos colores en el sol.

Luego nos incorporamos en el “circo”, subiendo la colina para encontrar un sitio a sentarnos y ver la serie de diferentes actos. Las obras trataban de todo tipo de temas, desde la ignorancia de algunas personas frente a la COVID hasta los derechos de los trabajadores de la industria lechera vermontesa. Fue muy divertido a pesar del sol oprimente. Acabó con una obra que habló de los derechos reproductivos de las mujeres estadounidenses cuya cima era cuando izaron una figura enorme de una mujer tras una batalla contra el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

En ese momento pensé que había ya acabado, pero Megan me informó que había que seguir la procesión de personas que estaban tocando musica. Esto nos llevo al siguiente lugar que por suerte disponía de la sombra generada por un bosque. Nos sentamos allí para ver un desfile muy extraño que consistía en gente vestida de blanco que andaba y se movía en silencio completo en una especie de danza o teatro interpretativo.

Seguimos a la gente de blanco con sus banderas variadas hasta otro prado.

Megan me explicó después cómo lo había interpretado como una historia de amor prohibido entre dos casas y una tormenta que había congelado a uno de los dos, pero yo me había quedado completamente confundido. El clímax de la obra fue la llegada de un dragón enorme hecho de materiales reciclados. Apareció sobre la cima de una colina al sonido de una trompeta tocada por un tío que estaba cerca de nosotros los espectadores.

Al acabar la obra, el calor y la confusión y la deshidratación se nos estaban acumulando. Megan se echó una siesta rápida y yo descansé mis ojos un rato mientras los demás se fueron a ver “Hallelujah”, una obra que pensé que sería una interpretación de la canción pero por lo que escuché desde lo lejos, no fue así.

Se despertó Megan justo mientras estaban acabando otra obra encima de una colina en la distancia. Los dos decidimos acabar el día con la oferta tradicional que hace este grupo de teatro: pan con alioli. Yo estaba hambriento así que la idea de comer me tenía emocionado, pero por mi gusto se habían pasado de ajo así que abandoné la comida al llegar al coche.

Llegamos al aire acondicionado glorioso del coche con unas ganas de pillar unas bebidas y refrescarnos ya que Megan andaba aún bastante cansada. Hicimos una parada en un lago que vimos por el camino para que Megan se mojara las piernas en el agua, después del cual seguimos con el viaje de vuelta hacia Burlington.

Para comprarnos una bebida, paramos en la primera señal de una tienda, lo cual nos llevó a un pueblo en la mitad de la nada y a una tienda que me hacía sentirme algo inquieto. Pillamos unas bebidas y chuches y tiramos para casa.

El azúcar de las cuches y las bebidas nos revivió un poco, así que antes de ir a casa paramos en la de los padres de Megan para recoger un par de maquinas de aire acondicionado. Las instalamos en la casa de Megan y así descansamos de otro día ajetreado en la frescura que proveían.

Megan tenía unas ganas locas de cenar en Chipotle, así que nos subimos al coche y fuimos hacía allá solo para descubrir que habían cerrado temprano. Algo decepcionados pero motivados por hambre, hicimos otro plan y nos acercamos a otro sitio local.

El Cortijo fue un restaurante bonito ubicado en una cafetería antigua renovada en el centro de Burlington. Nos sentamos en la barra y pedimos un burrito y unas enchiladas para llevar mientras picábamos unos totopos con guacamole. Cenamos en el salón de Megan que contenía aún bastantes cajas sin descargar, después del cual nos fuimos a dormir temprano.

Ir a ver las creaciones interpretativas de Bread & Puppet sin duda supuso una experiencia única. Nunca he visto nada así en mi vida y dudo que lo vaya a ver, así que otra vez más he de darle las gracias a Megan por llevarme por la mitad de Vermont para experimentar esta vivencia tan rara. Tras un día intenso, ¡esta experiencia en el campo vermontés fue inolvidable!