31.05.19 — Diario
San Isidro y la visita de mis padres
Tras una semana ajetreada en la boda de Soyoung y Pablo en Alicante, otra semana en la oficina siguió. Otra vez más, sin embargo, había un finde lleno ¡porque mis padres venían a visitarme!
Los tres nos reunimos el viernes en mi barrio, y subimos a mi piso para que pudiesen deshacer la maleta y preparase, y luego salimos para cenar. Lo que hicimos fue lo que seguíamos haciendo durante el finde entero. En vez de cruzar la ciudad viendo todo, decidí sacarles para que vivieran la vida madrileña de tomar, tapear y terraceo.
Para cenar, fuimos a mi bar local a un par de bloques de mi casa, y compartimos unas raciones y cañas. Una vez contentos y llenos bajamos al río porque había pensado que sería un buen sitio para tumbarnos en el césped y mirar el mundo pasar. .
Lo que había olvidado fue que ese finde empezó las fiestas de San Isidro, y por eso habían metido vallas para que la gente no se siéntese en el césped y habían construido un escenario. Encontramos, sin embargo, un barco en que sentarnos, y tomamos las cervezas hasta que empezó la música.
El día siguiente fuimos a la única cosa que reservamos durante todo el finde, y subimos al Jardín Secreto de Salvador Bachiller para comer tras ir de compras un rato. Un drama sucedió después cuando, durante el camino de vuelta a casa, ¡nos dimos cuenta de que habíamos dejado una bolsa en el restaurante!
Afortunadamente, sin embargo, la habían encontrado y nos lo guardaron cuando les llamamos, así que seguimos con el día y decidimos volver a cogerla el día siguiente.
Había organizado que el domingo íbamos a pasear por las zonas verdes de Madrid, y por eso fuimos a Retiro para comer un picnic. Después de un rato mirando los pros y tomándonos el sol, nos sentamos a las orillas del lago y nos comimos pan con tomate rallado y alioli.
Para llegar al próximo destino cogimos el bus, parando para recoger la bolsa perdida, y bajamos al lago de la Casa de Campo. Pasamos un rato allí relajándonos, compartiendo una jarra de sangria durante el atardecer.
Durante la última noche que pasamos juntos, elaboré unas quesadillas en casa, y luego salimos para una última ronda de cañas en un bar local. Aquí os dejo con la cara de mi madre, que se vio algo confusa al llegar una panera a la mesa antes de unas raciones que habíamos pedido – ¡que alguien le informe que el pan en España es como otro cubierto más!
Ese lunes por la mañana nosdespertamos muy temprano, mis padres tuvieron que coger un taxi al aeropuerto y tuve que levantarme para explicarle al conductor a donde iban. Con eso se concluyó un finde bonito con mis padres, y tengo que darles las gracias por haber venido y pagado casi todo. ¡Ahora tengo ganas de irme a visitarles en Murcia este verano!
Bueno, las semanas pasadas no solo han sido de diversión, también he trabajado bastante entre los findes caóticos. Como mencioné hace unas semanas, ya estamos en la nueva oficina, y llevamos un mes aprovechando al máximo el nuevo jardín…
Como consecuencia de la mudanza, me alegra contaros que la mesa de ping-pong – la cual estaba en las dos oficinas anteriores hasta removerse durante nuestra estancia en la segunda – ¡ha vuelto! Reconstruido después de estar en un almacén durante más que un año, ahora es la excusa perfecta para relajarnos cuando tengamos un momento libre.
Entre los muchos proyectos en los cuales estoy currando, encontré una foto de un evento de networking del año pasado, y la cual se había nombrado en el servidor así: “Ollie con patata”. No sé por qué me hizo tanta gracia, pero abajo incluyo dicha foto de Elena y yo aprovechando de las patatas fritas gratuitas…
La próxima aventura empezó el día después de la salida de mis padres, cuando Bogar y yo salimos a las fiestas de San Isidro. Fuimos al Parque de San Isidro, dónde iban a pinchar unos DJs cantar unos artistas famosos.
Llegamos a tiempo para ver La Bien Querida, abriendo una lata y encontrando un hueco en el césped para sentarnos.
Una vez habíamos cantado y tomado unas cervezas más, los dos fuimos a la feria para coger algo de comida. Acabamos compartiendo un revuelto con patatas, un perrito caliente y un kebab, ¡todo acompañado por un mojito enorme!
Tras un par de horas más disfrutando la música, eventualmente decidimos irnos a casa. Después de haber visto el estado del metro durante la ida, elegimos ir andando por el río de vuelta a nuestro barrio.
Fue la manera perfecta de acabar unos findes muy ajetreados y una época muy atareada en la oficina, ¡pero había más por venir en la forma de unas vacaciones a Tenerife durante el finde siguiente! Todo eso, sin embargo, lo dejo para la próxima entrada.
Me gustaría acabar esta entrada de blog compartiendo una foto de mi hermana, Ellie, que acaba de finalizar su tesis (o sea, su TFG). Está en su tercer año universitario (el último en las universidades británicas), pero me ha obligado esperar 12 meses más para verla graduarse porque acaban de aprobarle un máster. ¡Felicidades, Ellie!
Y así concluimos otra entrada de blog escrita en mi móvil y durante varios momentos. La he escrito en autobuses, mientras esperando trenes, sentado en la lavandería y tumbado en la cama. ¡Me voy a convertir en todo un experto de escribir en esta pantalla pequeña!