24.01.20 — Diario

Muebles y roscón

Al volver a España después de mis vacaciones en Inglaterra, tocó volver al trabajo tras una nochevieja muy tranquila, durante la cual me comí las uvas en casa. Pasamos el día después de los Reyes magos en la oficina, donde merendamos trozos de roscón con chocolate a la taza.

El roscón siempre sabe mejor con una buena taza de chocolate.

A roscón de reyes.

Después de una semana lluviosa, el finde nos trajo un poco de sol invernal. Llegó justo a tiempo para unos planes que habíamos hecho Bogar y yo para ver unas escenas de unos musicales en el centro y bajar al IKEA a comprarnos unas cositas más – ¡yo quería pillar unos componentes eléctricos para automatizar las luces que he traído desde Inglaterra!

A stage with drag queens in Sol.

Vimos uno de los espectáculos y luego nos fuimos a una cafetería para desayunar, y después volvimos al escenario para ver el musical que más nos llamaba la atención: La jaula de las locas. Esto fue un espectáculo protagonizado por drags, y liderado por una drag muy gracioso, ¡ella obligó al público a echar una mano con los cañones de confeti al final del espectáculo!

A stage with drag queens in Sol, with glitter animated.

Una vez acabado el espectáculo, fuimos a nuestra tienda sueca favorita y dimos la vuelta, parando para comernos unas albóndigas como siempre. Me llevé una librería para organizar lo que tengo en mi armario, unas piezas electrónicas y otra planta más.

Bogar wears a Christmas light decoration over his head.

También echamos un vistazo a los productos navideños en descuento…

Luego volvimos al barrio en un taxi, y nos echamos una mano para montar los muebles que habíamos comprado. Tras tanto labor manual en un solo día, decidimos que nos merecíamos una cena fuera, así que subimos a Gracias Padre, un sitio mexicano de lo cual había hablado Bogar bastante.

Bogar in Gracias Padre, a Mexican restaurant.

Ahí nos comimos el mejor bol de nachos que había probado en mi vida – y fíjate que no soy muy fan de los nachos – y una gringa enorme (es como una quesadilla). Para bajar toda esta comida, nos tomamos una cerveza con zumo de limón (sí, zumo puro) y luego volví a casa para tumbarme temprano.

Durante la semana siguiente visité mi nuevo dentista por primera vez, y luego de alguna manera conseguí perderme mientras buscando la estación de Chamartín para volver a la oficina. Eventualmente encontré una entrada trasera que no había visto antes, pero que tiene unas vistas sobre la estación y las cuatro (pronto serán cinco) torres en el fondo.

The four towers of Madrid.
A series of cranes below the blue sky over a frosty grassy knoll.

Pronto llegó otro finde, y otra vez más tenía planes con Bogar para desayunar en el centro. Esto fue después de que por fin recordé de recoger un vinilo que había pedido – aunque no tengo un tocadiscos aquí en España. Ups.

Desayunamos roscas en HanSo Café, un sitio popular en el barrio hipster de Malasaña, y luego llevé a Bogar a probar las mejores palmeras de la ciudad. Estas se encuentran en La Duquesita, una pastelería de toda la vida en la cual me saqué una foto en los espejos viejos que decoran las paredes.

A selfie in the old mirrors of La Duquesita, a bakery in Madrid.

No hay nada como una palmera con mazo azúcar.

Aquella tarde me fue bastante ocupada, porque había quedado con Roberto por primera vez después de nuestras aventuras veraniegas en Valencia rural. Por suerte el tiene un tocadiscos, así que me acerqué a su casa con mi nuevo disco de Rodrigo Cuevas en la mano.

Allí conocí a su nuevo compi y eché un vistazo a su nueva casa, y luego abrimos unas cervezas y escuchamos al álbum durante un rato. Una vez tuvimos hambre, subimos al centro y a Buns & Bones, uno de mis sitios favoritos para tomar una cena ligera.

Tras cenar, recogí mi disco de la casa de Roberto y volví a mi casa, pero pronto me encontré en el metro de vuelta al centro, porque un colega de Bogar se iba del país, ¡así que había que despedirnos de él! Tomamos unas birras en un bar de Chueca, pero cuando decidieron a ir a un club, decidí que tenía demasiado sueño y volví al confort de mi cama.

El día después, decidí hacer un par (sí, dos) de tartas de zanahoria. Compartí una entre mis amigos y la otra entre mis compañeros. No quiero presumir, ¡pero mi tarta de zanahoria siempre tiene buena acogida!

A slice of my home made carrot cake.
A close-up of my carrot cake.

Solo un par de días después y estaba en un tren a Murcia, pero eso os lo tendré que contar en otra entrada de blog. Estas semanas han sido una locura, por lo cual voy un poco atrasado en escribir estas entradas, ¡pero espero poder poneros al día durante este finde y el que viene!