10.10.20 — Diario
Llega la segunda cuarentena
Ya que mi última entrada de blog trató del interior de mi piso, esta va a explorar los ratos que he pasado en las calles y rincones de Madrid. Es algo que he intentado aprovechar ahora que la posibilidad de una segunda cuarentena ya se ha hecho realidad. Estas nuevas medidas son – afortunadamente – menos restrictivas que las últimas, ya que suponen más restricciones perimetrales, y no nos dejan encerradas en casa.
Sin retraso, vamos allá para ver las escapadas de la semana pasada, cuando me monté en bici para bajar desde el terminal norte de mi línea de metro local. Empecé en Moncloa y bajé por las cuestas del Parque del Oeste, y luego tomé un desvío que me hizo descubrir una sena ciclable por las orillas salvajes del Río Manzanares.
Desde allí tuve que dar la vuelta antes de acabar muy lejos de la civilización, y de allí retrocedí hasta encontrarme en la ruta que suelo tomar por el río y de vuelta a casa. No sabía si debería haber estado en unos tramos de dicha ruta, ya que quedan muy cerca de unos barrios que llevan en cuarentena selectiva desde hace unas semanas, pero nadie me detuvo así que seguía a toda leche por las orillas del río.
Otra tarde la pasé en la casa de una compañera, que tuve que pasar por su casa para recoger unas muestras de envases para un proyecto de embalaje que tenemos en marcha en la oficina. Al llegar me quedé muy feliz al ser invitado a cenar con su familia, que consintió en una tortilla, jamón, una crema casera de calabaza y zanahoria y muchas cositas más.
Después de pasar el resto de la noche conversando con su familia, volví a casa hinchado de comida y contentito después de unas sidras – ¡como debe de ser!
La tarde siguiente salí con Jhosef para celebrar su oferta de trabajo en una empresa aquí en Madrid, una noche que consistió en subir a la azotea de El Corte Inglés para tomar unas cañas y unos pinchos. Pasamos un rato corto pero divertido conversando, pero no tuve que esperar mucho para la próxima reunión, sin embargo, ya que había quedado con Sara ¡que se ha mudado a Madrid desde Gijón!
La última vez que vi a Sara fue ya hace más que dos años cuando visité Oviedo justo antes de que se fue Kevin a los EEUU, así que te puedes imaginar la emoción que me hizo recibir su mensaje diciéndome que ya andaba por Madrid. Quedamos en vernos en pleno centro de Madrid, en la Puerta del Sol, debajo de la estatua emblemática del oso y el madroño.
Desde allí caminamos y hablamos sin parar durante unas horas, pasando por la catedral, que lucía preciosa en la luz del atardecer. En el camino paramos para tomar unas cañas y tapas en la calle, donde nos pusimos al día con todas las novedades y cotilleo de los últimos dos años.
Desde el centro, bajamos por Lavapiés y a mi barrio, donde nos pusimos finos con unas relaciones de mi bar local favorito. Luego subimos a mi piso, donde nos tomamos un vermú para acabar bien la noche y jugamos un poco con las luces de color.
Unos días después, me saqué de la casa para dar una vuelta por la cuidad. Subí a Chueca en bici y luego caminé a Malasaña, donde pasé un rato por las calles bonitas antes de comer una pita en un local bonito que me había recomendado una amiga.
Después de esta comida rica, fui a buscar unos de los mejores donuts veganos de la cuidad. Al llegar, sin embargo, el sitio había quedado sin donuts, pero no me mosqueé ya que había disfrutado de un camino por un barrio de la cuidad que no suelo visitar.
Para acabar una semana loca de trabajo y escapadas, visité la tienda británica para pillarme unas botellas de Vimto, una bebida británica que nos tiene enganchados tanto a mí como a Jhosef. Disfruto de estas visitas al norte de la cuidad, que siempre aprovecho de la oportunidad de ponerme a leer en el autobús antes de bajar a casa en bici por las calles bonitas del centro.
Y así concluyo esta ronda de actualizaciones de las últimas dos semanas aquí en Madrid, donde ya estamos de nuevo en un estado de alarma. Saldré a visitar unos amigos durante este puente, pero vamos a utilizar mascarilla, mantener la distancia y ser poca gente – ¡juntos paramos este virus!
Hasta la próxima, ¡chau!