19.09.21 — Diario

La visita de Izzy y más

Al acabar mis dos encierres por la COVID, con razón buscaba estar en mi piso lo mínimo posible. Afortunadamente tenía muchas ideas en mente de que hacer tras tanto tiempo para estar contemplándolo. Empecé mi libertad con un viaje que me llevó a las afueras de la ciudad, a la casa de un amigo en Las Rozas, donde habíamos quedado en bañarnos un rato en su piscina y luego salir a cenar.

El atardecer sobre Las Rozas creó una serie de colores otoñales bien bonitos.

Nos pusimos al tanto en su piscina antes de salir a cenar pizza, luego pasamos la tarde hablando en el parque con una birra en la mano. Eventualmente me vi obligado a coger el tren de vuelta a casa, ya que era un domingo por la tarde y me tocó volver al trabajo el día siguiente.

El finde siguiente me monté en una bici y subí a explorar el centro de la ciudad, ya que tenía que hacer un poco de reconocimiento para la visita de Izzy y también porque me apetecía visitar unos de mis sitios favoritos por Madrid. En la primera vuelta en bici subí a Ópera y la zona del palacio y la catedral. Allí tomé una pausa para comerme un helado y para inspeccionar las vistas desde el mirador nuevo entre el palacio y la catedral que llevaba años en obras.

Mi segunda vuelta en bici me llevó en un círculo por el centro de la ciudad y luego acabó con una caída libre por una cuesta hasta el lago enorme en la Casa de Campo. Desde allí luego volví a casa por el Parque Madrid Río, deteniéndome en el camino para montarme en un columpio colgado de la parte inferior de un puente – ¡hacía años que no me había montado en un columpio!

Unos días después, cuando tenía que haber estado en Oslo (un viaje cancelado por causa del COVID), decidí que por fin canjearía la entrada al Parque de Atracciones que me había comprado en abril y que no podía utilizar en esas fechas por el encierre perimetral de mi barrio. Aunque en estas fechas tenía que ir solo, decidí que me acercaría al parque ya que se me estaba agotando la plaza de canje y pensé que supondría una buena distracción de la tristeza de no poderme había ido al extranjero.

El Parque de Atracciones queda a tan solo un viaje en metro de mi piso, así que llegué para la hora de apertura (a mediodía) y canjeé mi entrada. Entrar solo rodeado por grupos de amigos se me hizo algo raro, pero después de subirme a la primera atracción (en la cual acabé sentado al lado de un tal Javier, un saludo si estás por allí) me acostumbré al ritmo y empecé a tachar de la lista las atracciones que tenía apuntadas como las más interesantes.

Después de algunas montañas rusas y tras quedarme empapado en los troncos, me senté para comer, que por supuesto tomó la forma de un trozo de pizza mediocre que se suele vender en los parques de atracciones. Después de comer me monté en aún más atracciones de las más intensas, entre ellas algunas que no eran montañas rusas que al final me parecían bien graciosas – todas menos una que nos giraba tanto que sentí que iba a acabar rociando al pobre chico a mi lado con una mezcla de queso y pepperoni…

Me grabé un vídeo en los troncos pero salgo gritando así que no me atrevo a subirlo…

Con el paso del día y la bajada de mis niveles de energía, me volví a sentar para tomarme una cerveza bien grande y un gofre en forma de cono relleno de chocolate y helado. Una vez devorado todo, tocó volver a subirme a las atracciones que más me habían gustado, cosa que me llevó de vuelta a las montañas rusas y hasta una torre de caída libre que no salía en mi listado ¡pero que era bastante emocionante!

Tras otra vuelta por el parque entero el día se convirtió en noche y estaba ya bastante agotado, así que ya pensaba en acercarme a la salida e irme a casa. Dado que el parque cerraba a las 10pm, decidí pillarme otra jarra más de cerveza y una bocata mientras se ponía el sol, pero eso fue después de haber encontrado por accidente Los Rápidos y Los Fiordos.

Me subí a esta última atracción con algunos pocos más y dimos una vuelta por la ruta corta, siendo ligeramente rociado con agua tras la caída principal. Al llegar de vuelta en la estación no había nadie en la cola, así que el grupo de adolescentes en frente de mí preguntaron si podíamos dar una vuelta más. El operador de la atracción insistió que quien quisiera que podía bajarse, pero pensé que dejaría que las cosas fluyeran – ¡y esta decisión la pagué con ser calado en esta segunda vuelta!

Se presentaron unas vistas únicas al estar en un parque de atracciones después del atardecer.

Acabado el día largo en el parque, volví a casa y me sobé casi al instante. El día siguiente había quedado con Sara en ir a comer en el centro, después del cual aclamaos en mi casa con un libro de colorear y practicando un poco de caligrafía – ¡una tarde dominguera bien relajada! Luego pasamos por su casa a vernos con su novio y unos amigos suyos que estaban de visita, bajándonos a una terraza al lado para tomar algo y acabar así otro día ocupado.

El día siguiente marcó la llegada de Izzy, así que pasé un rato limpiando mi paso antes de subirme a la estación de Atocha para darles la bienvenida a ella y a su novio Alex al llegar desde Barcelona. La primera tarea fue pasar por una clínica para que se hicieran una PCR, después del cual pasamos por mi casa para que dejaran sus maletas.

Por la noche salimos a cenar tacos en Mi Ciudad, una taquería mexicana pequeña que visité con Izzy la primera vez que me visitó en Madrid en el 2016 y en la cual no he estado durante mucho tiempo. Llenos de tacos y gringas deliciosas, bajamos a La Latina y luego Lavapiés para tomar algo, tras el cual nos acercamos a casa para descansar antes de un día de excursiones.

Ese sábado fue uno de los días más intensos de exploración que he realizado jamás en Madrid – hicimos tanto entre las horas de 08:30am y 11pm que ni me acuerdo que hicimos como para escribirlo todo aquí. Entre muchas otras cosas más, desayunamos en Ojalá, dimos una vuelta por Retiro en patinete, pasamos por el Palacio Real en bici, tomamos algo en el Matadero, dimos un paseo por el Parque Madrid Río, montamos un picnic para ver el atardecer desde el Templo de Debod y acabamos tomando algo con unas buenas raciones en mi bar local antes de irnos a acostarnos. ¡Menudo día más ocupado!

El día siguiente fue un domingo, pero no nos tocó descansar a pesar del día intenso que acabábamos de experimentar. Nos volvimos a montar en bici por la mañana, subiendo así al norte de la ciudad para desayunar unos croisanes antes de bajar a casa en taxi para que cogieran sus maletas y luego otro taxi al aeropuerto para su vuelo de vuelta a Londres – ¡vaya visita más rápida e intensa!

Tras despedirme de ellos, dormí la siesta un rato para recuperar fuerzas antes de salir a comer, ya que había quedado con Napo en nuestra pizzería favorita. Después de comer acabamos en mi piso tomándonos un gin tonic – la manera perfecta de acabar una tarde.

¡Pero espera! No había puesto fin aún a mi finde atareado. Para celebrar el cumpleaños del novio de Hugo, habíamos quedado en cenar por el centro. Me volví a acostar un rato antes de salir, y nos lo pasamos muy bien – yo disfruté uno de los postres más cargados que he tomado en mucho tiempo…

Tras mi finde loco me tocaba volver al curro, pero eso no me impidió que sacara alguna foto ni que saliera de vez en cuando por la tarde. Esta primera toma con vistas sobre Madrid se vio desde la tercera planta de mi hospital, donde había ido a que me hicieran una prueba rápida.

También pasé un par de tardes por el río donde he estado escribiendo mis entradas de blog y viendo el mundo pasar. Un restaurante y bar que nunca había estado antes se ha convertido en uno de mis lugares favoritos, ya que me puedo plantar con mi iPad para trabajar en lo que sea y tomarme una cerveza con limón mientras veo el atardecer – ¡perfección!

Sari me invitó a su casa otra noche, donde nos pusimos al día con una cerveza en la mano y picando un aperitivo bien bonito que había montado Sari con unas carnes y quesos que había traído desde el norte. Luego acabamos en un bar local, donde acabamos bien la noche con una ración de calamares y una última caña.

Con eso, ya dejo mi blog más o menos actualizado, ya que solo me queda escribir otra entrada que explora la primera – y última – viaje al extranjero del verano: ¡gracias, COVID! No desvelaré adonde me fui por ahora – tendrás que esperar hasta la próxima…