01.08.22 — Diario
La boda de Jess y Adam
Tras tan solo un mes desde la última vez que estuve en RU, otra vez más me encontré en un avión de rumba a Inglaterra para asistir a un evento bastante importante: ¡la boda de Jess y Adam!
Conozco a Jess desde hace ya bastantes años, desde que trabajamos en un proyecto de drama en su momento y luego éramos compañeros en Burnley Youth Theatre durante un tiempo. Me llegó la invitación por correo el año pasado y desde entonces he estado comiéndome las uñas con las ganas de que llegara el día.
Después de volar de vuelta a Inglaterra con Danni, me acosté temprano ya que el día siguiente era la gran boda. Madrugué y me vestí con prisa para no llegar tarde a la boda: Amber me había dejado la instrucción bien clara de estar allí a la 1pm en punto.
Hice el esfuerzo para estar saliendo de casa en hora para llegar al sitio justo antes de las 1pm. Me despedí de mis padres y se fueron en coche mientras me acerqué al edificio para ojear dentro de la hacienda rural bonita.
Seguí las señales hasta la entrada a la hacienda, entrando en el espacio de la ceremonia en sí, resplandeciente con plantas, luces y unas visitas preciosas sobre el valle. No había nadie en ese espacio, así que me metí aun más para dentro hasta la zona de cenar y la barra, dos espacios que también se encontraban vacíos de gente.
Suponía que Amber me había dicho de estar allí media hora antes de los demás ya que me conoce y sabe que soy bastante tardón. Busqué a algún miembro del personal para preguntar dónde podía dejar mis cosas antes que que empezaran las celebraciones. Me encontré con una señora en un rincón de una sala y le informé que estaba para la boda de Jess y Adam, pero su respuesta me dejó sin palabras: ¡allí no había boda!
También mencionó el nombre de otro lugar, The Out Barn, que fue justo cuando me di cuanta de que no me estaba vacilando y que sí, me había acercado el sitio equivocado. Se me cundió el pánico en ese momento, ya que mis padres ya se habían ido y la señora me avisó que un taxi podría tardar unos 45 minutos en llegar.
Como bien te puedes imaginar, tenía una rabia conmigo mismo: había logrado ser puntual en llegar, ¡solo que había ido a un sitio que no era!
Tras mucho agobio y muchas llamadas frenéticas, mis padres volvieron a recogerme y me llevaron los breves 10 minutos en coche que se tardaron en llegar al sitio que sí que era. Llegué angustiado y media hora tarde, pero por lo menos tenía un cuento gracioso que contar. También resulta que Amber sí que me conoce bien: la ceremonia no empezaba hasta las 2pm.
Pasé media hora recontando mi historia dramática y poniéndome al día con unos viejos amigos que llevo sin ver desde que íbamos al instituto hace unos diez años, pero eventualmente nos llamaron a entrar en el espacio principal y nos sentamos para la ceremonia.
El día realmente fue una pasada, desde la ubicación pintoresco al tamaño íntimo del grupo de buenos amigos y nuevas caras que tuve el placer de conocer. Después de las lagrimas de la ceremonia principal, pillamos unas copas y empezó la comida, tras la cual pasamos una noche de cantar, bailar y celebrar ¡como solo lo sabemos hacer los que hemos trabajado en un teatro!
El día siguiente me dolía la cabeza y me encontraba con una falta pronunciada de energía – ¡algo que tenía que haber previsto! Esto se solucionó con un desayuno preparado por el padre de Jess, lo cual desayunamos todos juntos mientras recontábamos los mejores momentos de la noche anterior.
Tras recuperarme y acercarme a casa con una cuña enorme del pastel de la boda, descansé para recoger fuerzas tras tantos días de diversión con las mejores personas que conozco.
He de dar las gracias a Jess por invitarme a formar parte de su boda preciosa y me gustaría volver a felicitar a la pareja ahora que empiezan su nueva vida juntos. También he de agradecer a Amber por estar encima de mí y a mis padres por aguantar mi caos. ¡Ups!
Luego tuve que trabajar desde el RU durante una semana, pero al final se cortó gracias a un evento de un cliente que os contaré en otro momento. Pasé tres tardes en el tiempo sorprendentemente bueno de Inglaterra, así que disfruté al máximo del sol dando vueltas por mi pueblo con mis padres.
Y así se concluyeron cincos días cortos en Inglaterra. La verdad que me hubiera gustado quedarme un rato más para disfrutar del tiempo y la buena compañía, pero me tocaba ir a un evento laboral y realizar muchos otros planes que detallaré en breve.
Por ahora, me despido con esta foto de mí disfrutando el paisaje mientras finjo ser uno de los granjeros que tanto miedo me daba de pequeño. Nos echaban la bronca al encontrarnos jugando en sus pastos, seguramente con mucha razón. ¡Cómo vuela el tiempo!