10.07.19 — Diario

Otro viaje a Murcia

Al llegar a mi piso después de un viaje súper rápido a Barcelona, no tuve mucho tiempo para recuperarme, ya que sólo tuve unas pocas horas para deshacer y volver a hacer la mochila para otro viaje. El segundo tren del día era seis horas en vez de las meras tres que había aguantado por la mañana. Todo esto, sin embargo, valió la pena – ¡iba a Murcia a ver a mis padres!

Mi tía tiene un apartamento en la región, y mis padres suelen visitarlo para pasar las vacaciones, así que he estado muchas veces antes. Esta vez seguimos el mismo plan de siempre, yo cogí un tren a un pueblo cercano para coincidir con la llegada de mis padres en avión.

Una vez me habían recogido en el coche de alquiler y una vez llegados al apartamento, saqué lo que había preparado para cenar: unos bocadillos de queso fresco y pechuga de pavo. Los bocadillos comidos, fuimos directamente a dormir porque ya era casi la una de la mañana.

La mañana siguiente se empezó como las mañanas en el campo de golf suelen empezarse, con una visita al supermercado para coger algo de desayuno. Usualmente me gusta ir caminando tranquilamente a la tienda, pero nos habíamos despertado tarde y tuvimos mucho hambre, por lo cual realizamos dicho viaje en coche.

A tree in front of a white wall.

Después de desayunar, volvimos al coche y empezamos el primer (y mi único) día entero. Yendo a la costa, encontramos un mercado artesanal en el paseo marítimo, y me compré un candelero de madera para mi piso – ¡cómo me gusta una noche a solos con unas velas puestas!

A street market on the coast in Murcia.
The shadow of garland lights cast on the beach sand.
The beach on the coast in Murcia, Spain.

El calor pronto empezó a afectarnos bastante, así que subimos por una calle y nos sentamos en un bar pequeño que encontramos por ahí. Mi madre se acordó de la existencia de ensaladilla, así que pedí media ración y una ronda de cervezas. Nos quedamos ahí un par de horas, hablando de la vida.

An old building with the sign "Villa Cartagenera".
The facade of buildings near the coast in Murcia, Spain.

Sobre las cinco de tarde, sim embargo, tuvimos que irnos porque quería visitar una tienda de comida británica importada – ¡cómo en Tenerife hace un par de meses! Me alegro decir que mi gusto está cambiando: no encontré nada que me llamaba la atención.

Tras hacer la compra en Mercadona, volvimos al apartamento, donde nos vimos con los vecinos de mis tíos. Ya que habíamos puesto un aperitivo en la terraza, les invitamos a tomar algo con nosotros, sentándonos todo unas horas para charlar un rato.

Eventualmente tuvimos que irnos a prepáranos para salir, porque habíamos reservado una mesa en el restaurante dentro del complejo para poder cenar y tomar algo juntos. Subimos andando al sitio, donde hablé con las camareras un rato en español. ¡Tengo que dar las gracias al equipo de Erretres por enseñarme tanto español durante estos años!

A sunset over the golf complex in Murcia.

El día siguiente no hicimos mucho, yo me lancé a la piscina y vagué por el piso durante la mayoría de la mañana. Para comer, sin embargo, mis padres tenían un plan, y fuimos en el coche a un pueblo local para disfrutar un menú del día en un sitio que les gusta a mis tíos.

Nunca había visitado el sitio antes, pero al llegar se quedó obvio que era muy popular entre los locales – ¡lo que siempre es una buena señal! El personal andaba muy liado, pero disfrutamos una comida de ensalada, costillas y postres caseros.

A vibrant blue building in a town in Murcia.

Llenísimos, volvimos al coche y fuimos a la costa para una visita más antes de mi tren de vuelta a Madrid. Esta vez fuimos a otro pueblo, sentándonos en una terraza en el paseo marítimo en donde me di cuenta que había vuelto a perder mis gafas de sol – ¡por lo cual nunca gasto más que 10€ al comprarlas!

A graffitied wall in Murcia, Spain.

Más temprano que tarde, no obstante, me encontré en la terraza de un bar al lado de la estación de tren, disfrutando de la última cerveza antes de volver a Madrid. Me despedí de mis padres en el andén sin saber cuando les volveré a ver, pero volví a Madrid muy contento de haber podido relajarme.

Tengo que darles las gracias a mis padres por dejarme pasar unos días con ellos, pero también a mis tíos por déjanos quedarnos en su piso mientras pasan los meses veraneros en Inglaterra.

Ahora, por supuesto, estoy en Madrid, por lo cual la próxima entrada de blog hablará de las fiestas de orgullo que han pintado el ciudad de colores durante las últimas semanas. ¡No te lo pierdas!